La habitación
Ella les había prometido cientos de veces que jamás entraría en esa habitación, justo la que estaba al lado de su dormitorio, era una de las condiciones que le pusieron sus hermanos para que volviera a casa y reiniciara su vida, pero tenía decidido que llegó la hora de afrontar su destino, aceptar el pasado y asumir esos recuerdos que le dolían como puñaladas en el corazón.
Agarró la manivela con la fuerza de un bebe al cogerte un dedo, firme y decidida, pero al abrir la puerta un flash retorcidamente doloroso invadió su delgado y joven cuerpo, no era justo que a sus 34 años hubiera sido castigada por los dioses del tormento de esa manera, ella así lo entendía, cuantos recuerdos duros como el mármol le asomaban en su rubia cabeza, por mucho que lo trató de evitar, volvió su mente al pasado, ese pasado que hace justo hoy dos años le hacía sentirse una mujer realizada y orgullosa de su familia, tenía un marido al cual lo consideraba perfecto y dos hijos, Laura y Víctor de 5 y 3 años, que eran su existencia, los adoraba. El dolor que sentía al recordarlos era inhumano, no podía soportarlo, pero ya estaba dentro del aposento, el cual estaba repleto de muebles y objetos guardados allí por sus dos hermanos, los que tanto la apoyaron en esos momentos tan duros, demostrándole un amor inmenso y un gran respeto al acatar su decisión de no llevarse fuera de la vivienda nada que perteneciera a sus niños y al hombre de su vida, a sabiendas del daño que esto le producía.
El paso ya estaba dado, las entrañas se le retorcían al recordar que fue ella la que les propuso que se fueran de compras al centro comercial situado a las afueras de la urbe. Entretanto, terminaría de ataviarse para después salir a dar un paseo por el centro de la ciudad, como rutinariamente hacían muchos sábados. A las dos horas sonó el teléfono y le informaron de que un conductor irresponsable y con un considerable exceso de velocidad se llevó por delante el coche de su familia y … la vida de ellos.
A partir de ese momento, siquiatras, amor incondicional de su familia, lágrimas, y dos años de soledad interior que Dios, como le dolía.
De repente una paz interior invadió su cuerpo, el aposento se le hacía hasta agradable, un impulso le hizo girar su cabeza hacia una de las camas de sus hijos que allí fueron guardadas y lagrimas de alegría emanaban por su rostro mas bello que nunca, ellos, los tres, estaban sentados en el borde del colchón, Laura se levantó y la abrazó, Javier su marido la besó y de sus labios salió un mi amor todo va bien, de repente la puerta se abrió con fuerza y entraron sus hermanos con una carta en la mano y llorando, trataron de bajarla rápidamente de esa lámpara que su marido al colocarla, orgulloso decía que aguantaría hasta a un elefante, pero ironías de la vida, fue ella la que comprobó que eso era cierto, por mas que intentaron reanimarla , ya no estaba en esta vida y sin embargo se sentía radiante, emanaba felicidad por cada uno de sus poros, lo necesitaba y así lo hizo, ya lo entenderían en ese escrito que les dejó y desvaneciéndose como la niebla, por fin, con semblante alegre, partió hacía quien sabe donde con los seres que tanto amaba, enviando a sus hermanos un beso lleno de amor y ternura.
|