-Hice lo correcto, ahora tengo que irme.
-Esperá, estás segura que hiciste lo correcto, tal vez debas quedarte un tiempo más.
-Es inútil, no puedo quedarme. El tiempo me desanima, y realmente siento que hice todo lo que no debería y mucho más.
-Épa, y qué cuernos importa, está bueno que permanezcas, quien sabe.
-Justamente, nadie lo sabe. Me voy, y quizás puedas entenderme. A veces las ausencias, se hacen más verdad que las presencias, no te parece?
-Sí, me parece, que en cierto modo, tenés mucha razón. ¿Y acaso es importante tenerla?
-A la razón, para nada, es más poco me ha servido tener uso de razón.
-Bueno, entonces, no te hagas caso y quédate.
-Buen intento, sutil lo suyo. A veces necesito escucharme y darme una chance.
-Entonces, otra vez más insisto, aún con ese corte de pelo aniñado y ridículo, que te queda bien, quédate, sigue intentándolo.
Ella, mira el espejo de reojo, triste y segura una vez de sentirse manipulada.
Apaga la luz del baño y aparece en lo oscuro, la sombra de su reflejo, que la mira seriamente.