Bueno basta, se terminó. La mejor manera de enunciar palabras sin que atraviesen mi garganta. La verdad es que no te creo nada, ni a mí. Desde ahora de calibre doy cero, digo, si quisiera ponerme como una niña boba enamorada no es el mejor momento. De la nada surgió algo, como siempre. Además estoy cansada, me duele la mente, siento una tensión recorrerme el pecho como línea penetrante hasta el estómago. Si mi cabeza va a desgastarme con pensamientos al menos que sean productivos; no la perpetua incógnita, la adivinanza. Me excluyo de eso que quise, ahora y siempre (o por lo menos ahora). No sirvo para esto, lo admito, sigo prefiriendo la soledad (¿desde cuándo?) Bienvenida castidad. Si por delante siempre arranca el miedo, por más que te pienses temeraria tu corazón continúa siendo débil. Tres cuartas partes de tu edad invertidas en absoluta miseria (de esas que se disfrutan) Al menos antes me tenía, de una u otra manera era mía. Pero no, la posesión ni siquiera en uno mismo, al tenerme debiera decir que era algo más como saberme autónoma; siento perder mis libertades ¿y a causa de qué? ¿Vale la pena? ¿Y la duda hasta cuándo? No se trata sólo de abrirse al otro, sino de abrirse a uno mismo, y por lo visto ya me he roto los huesos intentando entrar en este Caos. Generador. Por favor que sea generador; porque si dejo esto aquí ahora es para practicar el desapego (ja!) de uno mismo, de este amor, de estos tiempos. De la urgencia de fundirme en un meta abrazo en la marea, rompiendo las olas. Una vez más, sin ahogarme, alcanza el tiempo para dejar de pensar. Pero un día sí, y otro día no, y la realidad de mis capacidades colisionan con la incapacidad de mantenerme despierta, y francamente me duelen hasta los nudillos de tanto golpear este muro de agua. El barco se hunde amor. La balsa no soporta el peso de todos; ni mucho menos del de este corazón. A nadar se ha dicho, lejos... a tragar sal. |