Al pobre viejo lo velaron por dos días… Llegaron familiares todos vestidos de negro. Llegaron los muchachos, los vecinos, los curiosos… El viejo se había ido para siempre. Aquel último adiós, toda la familia, que recién se le conocía se pusieron en la ventana rota de aquel cuarto… Y mientras sacaban el féretro, lloraban con un pañuelo en las manos y todos con lentes negros como la noche… Yo me le acerqué antes de que se lo llevaran… Miré su rostro. Nunca le había visto tan bien vestido. Su cabeza pelada ya no era amarilla, sino, bronceada… Su nariz de cóndor parecía ser elegante y fina; y sus labios esmirriados y miserables, parecían frescos… Qué lindo muerto, pensé… Sus cejas parecían perfectas… Si era así, los muertos son hermosos, al menos mientras no se pudrieran… Iba a acompañarle pero recordé que si algo odiaba era este tipo de reuniones… “Si me muero, quiero que me boten a la basura, como un pedazo de cartón podrido”… Así pensaba el viejo, el pobre viejo que siempre me daba unas monedas, una manzana por colocar lo que leía en sus apolillados libros sobre una de sus paredes… Había veces en que mandaba a uno de mis hermanos mayores para hacer lo mismo y eso lo ponía tan sorprendido… Le gustaban esas cosas del arte como decía él… Al tiempo y antes de que su cabecita perdiera la noción de la cosas, dibujaba sobre sus paredes, luego las olvidaba y decía que alguien venía de noche o de día y pincelaba imágenes de otros planetas… Era un pobre loco, pero de buen corazón… Y pensar que ya no le voy a ver más… Así es esto en el mundo… Había veces en que le encontraba llorando, mirando fotos con una lupa gorda… Me miraba y como era medio ciego me llamaba por un nombre extraño… “Abaddon”… Ese es el nombre que pronunciaba siempre que entraba a su cuarto para comer algo… Al tiempo supe por unos libros que encontré que ese personaje era un hombre demonio…
“Abaddon: (El Destructor) en el libro de las Revelaciones, es el ángel o estrella del abismo sin fondo que encadena a Satán por mil años. Se dice que fue el ángel invocado por Moisés para que enviara las terribles lluvias que arrasaron Egipto. En muchos libros apócrifos, Abaddon es considerado una entidad demoniaca, como en Ángel de la Muerte, como un demonio del Abismo”…
Desde aquel día y luego de contarles esta historia a mis amigos, todos me llaman Abaddon… Pero soy un muchacho tranquilo, aunque de noche, soy algo diferente… Volviendo al tema del viejo, le voy a extrañar… Y siento que los libros que llevé y que leí parcialmente me han ayudado a cambiar en algo… Muchos de los libros los usábamos como papel para marihuana… Pero muchos los guardaba para leerlos de día o de noche, siempre solo… Creo que el viejo me ha contagiado su soledad a través de los libros… Me gustan mucho los de historia griega, también los de personajes o importantes historias… Aún los escondo, y los leo y releo… Es una manera de conocerme un poco más, es como si llegara a escucharme a mí mismo…
Noto que se llevan su cajón, lo meten en un auto negro y lleno de flores blancas y se van lentamente… No sé por qué le sigo con la mirada… Hay algo que aún me enlaza con el viejo… ¿Serán los libros?... O esa manera que tenía de hablar cuando lo hacía acerca de la verdad de todas las cosas… Siempre sentía que le seguiría escuchando por siempre, pero ya se ha ido, y para siempre, aunque él siempre decía que uno no se va… Hay algo que queda en nuestro corazón… ¿Serán sus recuerdos, sus palabras, su locura, su gracia…”… No lo sé, pero presiento que volveré a escucharle siempre que me encuentre solo, solo sentado frente a uno de sus viejos libros… Creo que voy a recoger todos los libros que pueda ahora que todos están afuera… Cogeré varias cajas y las llevaré al techo de mi cuarto… Creo que es lo único que nos va a unir por ahora con aquel hombre solitario y de ojos brillantes…

(continuará...)