La mujer del tren (10)
( Sugonal )
Estaba en el mes de Agosto cuando me llamó la atención un titular que ocupaba la mitad superior de la primera página. Decía : "Familia completa perece en acidente carretero" y más abajo, en el resto de la página, una fotografía de un vehículo totalmente destrozado siendo retirado por Bomberos y Carabineros de la parte inferior delantera de un enorme camión. Abrí el diario y busqué la página donde estaba el detalle del accidente. El cronista había escrito lo siguiente: "Ayer Domimgo 17, alrededor de las diez de la mañana, un automóvil en que viajaba una familia completa, se estrelló frontalmente con un camión que venía en sentido contrario, diez kilómetros al norte de Curicó, en medio de una espesa niebla. En el vehículo viajaba un matrimonio y sus dos hijos. Se trata de José Miguel Penfold, conocido agricultor de Molina, su esposa María Ignacia Belduar y sus dos hijos, Andrés e Isabel de diez y ocho años respectivamente. El conductor y sus dos hijos perecieron instantáneamente, mientras que la señora Belduar fue rescatada de entre los restos del vehículo y llevada aún con vida al Hospital Regional de Curicó donde, a pesar de los esfuerzos desplegados por los médicos, falleció debido a las gravísimas heridas recibidas. El conductor del camión fue detenido por Carabineros por la responsabilidad que pueda caberle en este lamentable accidente que viene a enlutar a conocidas familias de la zona."
Sentí que mi corazón se aceleraba. Algo no cuadraba bien en mi cerebro. Volví a revisar la fecha de la edición en que venía publicada la noticia: Lunes 18 de Agosto de 1997.
¿ Quién era entonces la mujer con la cual había estado hacía cerca de un mes y a la cual había buscado tanto sin resultados?
¿ Significaba que había muerto más de un año atrás ?
Revisé otra vez el diario y en la página siguiente a la de la crónica encontré una fotografía de María Ignacia y su esposo tomada tiempo atrás. Su cara lucía juvenil y sin cicatrices. Y ya no tuve dudas.
No pude seguir mirando y sentí que mi corazón quería salírseme del pecho. Salí a tropezones del diaro, no se como crucé el paso de cebra que llegaba a la plaza y me derrumbé en un banco.
Su fotografía, indesmentible, rotunda y final, me dijo que aquella madrugada del 21 de Septiembre había hecho el amor con una mujer fallecida en un espantoso accidente ocurrido más de un año atrás.
Me invadió un cansancia interno difícil de describir, y de pronto me sentí muy viejo. Averigué que sus restos fueron sepultados en el Parque Cementerio de Curicó el miércoles 20 de Agosto de 1997.
Pasé la noche en vela, mi cerebro queriendo estallar, y la figura de María Ignacia paséandose por mi habitación en el Hotel. A media mañana me fuí al Cementerio y pedí me indicaran el lugar de su sepultación. Allí estaban cuatro pequeñas lápidas, una de ellas con el nombre de María Ignacia, su fecha de nacimiento y la fecha de su muerte.
Entonces pude explicarme muchas cosas: las cicatrices en su rostro, su negatva cuando me ofrecí para ir a buscarla a su casa la noche que salimos, su misterioso abandono del Motel aquella madrugada y su posterior desaparición, la desbordada emoción cuando me hablaba de sus hijos.
Me encuentro en la cima del cerro Condell frente a la estatua de la Virgen María que allí hay. Estoy pidiéndole a la Madre de Jesús que interceda ante su Hijo por el descanso eterno del alma de María Ignacia.
Puedo apreciar Curicó en toda la extensión de su horizonte.Diviso sus numerosas iglesias, los amplios campos sembrados y conjuntos de silos, sus avenidas y edificios, y hacia el este la cordillera de los Andes, magnífica, imponente, en un día luminoso y sin bruma.
Tengo un gran vacío en mi alma.
Presiento que mi vida jamás volverá a ser la misma.
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