Inicio / Cuenteros Locales / joeblisouto / El encuentro 6
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He decidido escribir la historia de mi vida. Lo malo es que no puedo hacerlo. Mis dedos parecen las garras de un gallo. Y la artrosis es mi mal. Recuerdo las palabras de un viejo amigo… Cuando hay necesidad siempre hay un camino. Luego de pensar por horas y ver la manera de hacerlo, claudiqué… Pero, ¿a quién le podría importar mi vida?... Quizá a un tonto como yo que no tiene más remedio que perder su tiempo en recordar mientras viene la muerte directo a mí… Imagino a esos supuestos lectores frente a mi historia. Les contaría de la primera vez que tuve una mujer, de la vez en que con un viejo amigo planeamos el asalto a una lavandería, la vez en que mi madre se fue con otro… Tantas cosas que en verdad son importantes sólo para mí y a las personas afectadas… Pero todos ellos ya se adelantaron en el viaje… En esos pensamientos estaba cuando escuché los gritos de un vecino… Eran una pareja bastante joven. Sólo ella laboraba, él se dedicaba a dormir, así como yo… Pero por las noches, luego de satisfacer a su mujer, salía a la calle… No imagino lo que haría, pero cuentan las malas lenguas que era un homosexual… Y buscaba hombres por la noche que le dieran un dinero por unas horas de placer. Creo que la pelea esta era porque ella había escuchado de esto, una vez más… Una mujer enamorada no sabe escuchar. Todo lo cree. Mis ojos tienen que verlo, dicen siempre… Una de mis mujeres solía decir esto. Lo bueno es que jamás me encontraron una, no, no, no… Me encontraron varias… Uno es tonto de padre y madre, pues con el tiempo se da cuenta que las que nos engañaban eran ellas… A las mujeres les gusta sentirse engañadas… Son el pecado hecho carne… Dejémoslo allí y volvamos con esa parejita que tienen sus graves problemas… Recuerdo a un homosexual que se me insinuó cuando yo era joven y fuerte y hermoso… Uno se da cuenta de ello cuando ve sus viejas fotos de joven… ¡Qué poca autoestima se tiene!... Era un tipo grande, barbudo y gordo dentro de un auto de lujo… Yo caminaba en ropa de baño por las playas de Ipanema, en Brasil… Bronceado, fuerte, bello… De pronto noto que el auto se para y me invita a subir… Hola chico, me dice… ¿Quieres un aventón?... Su rostro era amigable, pero nada más… Subí y apenas andamos empezó sus viejos modales… Me equivoqué, le dije… Sus manos entre mi entrepierna y yo que le cogía del cuello… ¡Déjame carajo!, le grité… Me soltó el pajarón y luego abrió la puerta… ¡Largo!, gritó… Bajé y le vi avanzar como quien busca un nuevo botín… Seguí caminando hasta llegar a mi hotel… Siempre he gustado de viajar solo… Era extraño, siempre hice amistad con gente bastante mayor… Quizá porque siempre he sido un viejo de corazón, o he sentido la muerte soplando sobre mis hombros… Y pensar que estoy en los noventa… Claro que en un estado paupérrimo, pero, aquí estamos… Caminando… Mejor dicho, arrastrándome… Aún siguen gritando… Ella está llorando. El ha dejado de gritar. Noto susurros. Luego, el amor… Los gemidos que me recuerdan al rebuznar de una mula… Al final, silencio… Hasta las paredes están agotadas…. Miro mi puerta y siento que me provoca salir, pero… ¿y mi historia?... |
Texto agregado el 21-08-2013, y leído por 163 visitantes. (0 votos)
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