El sol es un arma de doble filo. Por un lado se quema la piel, en el otro, que atrae a los clientes. El cochecito pesa en las manos . Pero esta tarde un peso dejar mi espalda. Si se vende bien, se completará el dinero del alquiler. Tal vez aún más dinero. Cruce el viaducto a través de Carretera Anchieta, conquistar el espacio, milímetro a milímetro. No se limite a jugar en la calle con los peatones, bicicletas y coches. Las aceras tienen mesas, biongos coleccionistas de estacionamiento, bicicletas y patinetas. Pasar es casi imposible. Llego al comienzo de la Avenida Kennedy ya son las dos de la tarde. Hay cien helados. Aún tengo que caminar mucho. Mis clientes son un grupo heterogéneo. Buenos clientes son los que tienen el helado, pagan y se van. La mala vuelta, tomar, mirar, se quejan por el precio, el sabor, color ... Llego a Multideporte. No hay atletas que yo había imaginado, sólo unos pocos funcionarios públicos sin un centavo en el bolsillo. Estaré de vuelta. Los pies se quemen. Correa de la sandalia cortó los dedos. Llego en la Plaza San Martin . No hay sombra, quedarse quieto. La mujer está de nuevo en el mismo lugar. Tiene una luz en los ojos que hace que sea joven. Al otro lado de la calle:
- ¿Tiene un helado?
- Sí, naranja, acerola, guayaba ...
- Quiero una guayaba.
Sus ropas son extravagantes. Pechos pequeños, sin embargo, extrañamente duro por su gran edad. Los pantalones vaqueros blancos, tirando ellos parece más impúdico de los transeúntes ordinarios. Cuando le di el dinero, se acercó a mi oído ...
- ¿Quieres joder comigo?
Este aliento caliente trae escalofríos a mi cuerpo. Cogido por sorpresa, yo trato de defenderme.
- Hasta gustaría, no tengo más dinero.
No dio mucha confianza en lo que dije. Su lengua pasa sobre el helado tan suave. Sin dejar una gota de jugo que rezuma, alcanzar su mano. Rojo como el colorante que imita la guayaba, me arrastra. Asegure el carro, como si no quisiera que corra.
- Bobo. ¿Cuánto puede pagar? Es cien reales la hora, con derecho a todo. Me doy por el culo.
Mis bolsillos pesan muchas monedas. Todavía no puedo formar parte del dinero de la renta. Me arriesgaré un comercio.
- Sólo tengo cincuenta.
- A medida que parecía fresco, para cincuenta reales, a sólo media hora. Con el coño bien y nada más.
El sol es escaudante. Mi pene levanta el telón de la seguridad para vexativa. I escoro compra por no parecer demasiado. Cumplir dos damas. Puse las monedas en el otro bolsillo.
- Se cerró el negocio. ¿Dónde trabajas?
- Allí, junto a la farmacia. Room 24.
Fuimos hasta el faro. Cruzamos la calle. El carro parece claro. Delante de mí, se nota. Como si esto fuera necesario despertar mi erección
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