Cabalgaron hasta no ver motas de polvo en el horizonte. Habían bebido harto moonshiner para resistir ante el abrazo helado de la madrugada. El frío era recio, tan seco, hasta que se dejaron caer ante una fogata.

-Creo mate a esos chicos, no debió ocurrir...-

-Hiciste bien, yo los rocie con la escopeta, eso les enseñara a no beber como nenas y querer joderme en el puto blackjack.

-Pronto llegaremos a Clayton. Nos esperan...

-Y eso que?

-Preparate, yo voy a dormir, no soporto la vejiga. Creo es mi última andada.

-El diablo con ellos y todos los fantasmas de esos hijos de puta que mandamos a dormir, nos tendran que alcanzar y tomar del pescuezo. ¡Nadie ha matado a Jack Wound!

-Duerme o yo lo haré...


La fogata danzaba; las piras de fuego se retorcían como gusanos dentro del cuerpo. Vaqueros curtidos, tirando chingazos, plomo con sangre. Filas de chinos ejecutados en las vías, negros aplastados a los costados, un marshall sediento de venganza. El botín invertido en putas y mucho bourbon. Noches de poker que terminan aferradas al gatillo y el último hombre en pie.