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El pozo bendito.

La sequìa comenzò, hiriendo de muerte a la primera cosecha del año, despuès se fue chupando los jugos de la tierra cultivada, y poco a poco las orillas de los rios y quebradas se iban ensanchando, mientras el caudal se adelgazaba cada vez, la tierra, a lo largo y ancho se agrietaba en toda su grandeza.
Llevaba muchos meses sin llover, las asèquias que venian del rio como sus brazos se encogian, y comenzaba a extenderse una alfombra negra de renaguajos, dando sus ultimos saltos…
Apretaba fuerte el verano, con su seco y pegajoso aire, ¡Que hasta los huesos los calentaba! …
Los talones de aquellos hombres y mujeres, se hundìan en la tierra mas floja, junto a su aridez abonada por los restos de algunos animales.
Algunos campesinos, desesperados y sedientos de la angustia, empezaban abandonar sus conucos.
Pero Gregorio se resistia a dejar el suyo, y seguìa caminando hacia su rancho mientras pensaba en voz alta.
--¡Un dìa de estos, tiene que llover!, se cargarian de lìquido cristalino las nubes grises, y el canto del aguacero nos bañarìa, ¡Un dìa de estos!...y miraba al cielo como tratando de ver mas allà.
El Maiz almacenado para engordar a los animales, al igual que las velas de las ànimas, se agotaba, y los pocos animales que quedaban, debian venderse o comerse antes de que fallecieran de sed y de hambre.
--¡Tiempo malo!, Decìa Gregorio.
--¡Esta noche, sì llueve!, replicaba Jacinta.
--¡Hay que tener fè en las ànimas benditas!, ¡Y a tì!, San Isidro Labrador, ¡Màndanos el agua, y quìtanos el sol!... y elevaba las manos al cielo.
Pero Gregorio, no pudo contenerse y en su furia se desahogaba.
--¡A este lugar, le cayò una maldiciòn!, si esto sigue asì, ¡Nos vamos pal’ carajo!, ¡Pa’ otro lugar màs arriba!...
Ya tenìa dos (2) dìas seguidos, en que rezaba con mucha fuerza y fè, y en sus oraciones, a Dios le pedia un pequeño milagro, que por favor le salvara su siembra.
¡Pero como Dios, estaba tan arriba!, no lo escuchaba… eso pensaba èl.
Hasta el cielo, llegò su eco con su queja, y se empezò a pintar de gris, mientras Jacinta, muy nerviosa encedìa las velas de las ànimas, pidiendole que lloviera lo más pronto posible.
Se acercaba poco a poco, un grupo de nubes, muy preñadas de color, y amenazaban con malicia, al reunirse cerca de las montañas.
Y sin avisar, al tecer dia, ¡Lloviò tanto, que le arrasò toda la siembra!...
En ese dia, retumbò el trueno que venìa precedido por el relàmpago, con su inquietante alerta luminoso.
El golpe de la lluvia, que rebotaba en el duro suelo, lo iba cubriendo de agua amarillenta.
El rio y las quebradas crecian hasta desbordarse, arropando al campo y a todos los caminos.
¡La lluvia, no daba tregua!...
Gregorio, en su triteza rabiosa, solo tenía pensamiento para su siembra arrasada.
Y Frente a la ventana de su humilde rancho, miraba a travès del cristal de la botella que tenia pegada a su boca, y observaba a la lluvia caer sin contenplaciòn en cada trago.
En el momento en que volteaba para ver a Jacinta y a su hijo, la luz de la làmpara se le metiò dentro de sus ojos tan negros, y por instantes lo dejò ciego.
Sus oìdos se llenaban poco a poco, de todos lo ruidos que traìa aquella noche lluviosa.
¡Era un rumor inquebrantable, hasta la última gota!
El sonido hùmedo de aquel contìnuo golpeteo, lo sentia en el alma, y el corazòn, se le encogìa con el dolor de tanta humedad posible.
No soportaba por mas tiempo aquella luz dentro de sus ojos, y todo en su mente, lentamente se fuè nublando, despuès un cuerpo cayò, y un grito queriendo atajarlo antes de caer, ¡Gregorio!...
Jacinta, apurada y sin llegar a soltar a su hijo Joseito, daba unos pasos con mucha rapidez, hasta el tendido Gregorio, en aquel piso lleno de agua con tierra.
Colocò a Joseito en su cuna, y como pudo, arrastrò a Gregorio hasta la cama, logrando montarlo en ella.
Cansada por el esfuerzo realizado, veìa el reflejo de los relàmpagos, que penetraba itermitente por las rendijas en las paredes de muchas tablas.
¡El rancho se mojaba màs adentro, que afuera!
Vino otro relàmpago, y el sonido de aquel trueno que rompiò el cielo en mil pedazos, la asustò tanto, que las rodillas le empezaron a temblar.
Una luz incandecente, que entraba con mucha rapidez, los cegò, y cotinuò empujando a todas las sombras que se encontraban en el rancho, saliendo por el mismo lugar, y con la misma velocidad.
Jacinta, por su instinto de madre, atrajo hasta su pecho a Joseito que lloraba sorprendido.
--¡Dios mìo, protègenos!, y miraba a Gregorio, que continuaba inconciente en la cama…
Las horas, ya cansadas de recibir tanta agua sobre sus hombros, buscaron impacientes al silencio que tardaba en llegar, pero se presentìa muy cerca.
Ya amaneciendo, los quejidos de Gregorio por el dolor al moverse, llamaron la atenciòn de Jacinta que se adormitaba en una de las esquinas de la cama.
Gregorio, en ese instante, comenzaba abrir los ojos que se rodeaban de oscuras ojeras, y comenzaban a dar saltos por todos lados, primero por el techo, luego al piso de tierra hùmeda, las tablas de las paredes, hasta descansar en la figura de Jacinta.
--¿Qué me pasò, Jacinta?...
--¡No sè!, estabas parado frente a la ventana, y de golpe te caiste al suelo.
--¡Me tenias muy angustiada!...
Gregorio, con mucho esfuerzo y dolor, pudo sentarse en la cama mirando a Jacinta.
-- Mientras me encontraba en aquel sueño profundo, tuve una visiòn, y pude ver en ella, todo lo que debìa y tenia que hacer antes de empezar a trabajar en la proxima siembra, ¡De còmo hacerlo, y con què!
, --¡Porque de aquì no salimos!
--¡Esta es nuestra tierra, y aquí està nuestro hogar!...
--Mañana mismo me reuno con mi compadre Antonio, y despuès con los demàs parceleros, pa’ ver que opinan ellos, sobre lo que tengo pensado.
--Primero debo pasà por el pueblo, averiguo todo lo que se necesita pa’ abrì el pozo, y cuanto nos cuesta.
--Creo que entre los parceleros vecinos, podriamos mandà abrì un pozo en la parte màs alta del rio, y de ahí, por medio de tuberias llevariamos el agua, a todas la parcelas,
--¡Dios quiera, Gregorio!, exclamò Jacinta, y besaba repetidas veces a Joseito, que no entendìa lo que pasaba, pero veìa, que su mamà estaba muy contenta...
En uno de los pocos negocios del pueblo, habìa un aviso muy viejo que decia, “VENTA DE EQUIPOS Y HERRAMIENTAS AGRICOLAS, SE ARRENDAN TRACTORES, Y SE PERFORAN POZOS DE RIEGO”.
Allì entrò Gregorio, y por la persona que lo atendiò, muy conocedora del oficio de perforar pozos, pudo informarse de todos los detalles necesarios, màs el costo y tiempo de la instalaciòn.
Gregorio se sorprendiò de lo caro que salìa, pero habia que conseguir la plata de alguna manera.
Prendiò su vieja camioneta de estacas, y se dirigiò en busca de su compadre Antonio, èl se encargarìa despuès, de avisarle a los otros paceleros.
Antonio, sentado debajo de una mata de mamòn, tranquilamente amolaba una escardilla cuando lo viò llegar.
--¡Epale compadre!
--¡Quiubo compita!, ¿Como està la vaina?...
--¡En esta esquina!, todavia pensando en el mal tiempo…
--¡Primero, fuè la sequìa, y despuès viene el palo de agua, y nos termina de jodè!
Gregorio, apaga la camioneta y se baja, agarra un taburete y se sienta al lado de su compadre Antonio.
--Bueno compa, de esa misma vaina es que vengo hablarle, hoy estuve en el pueblo, y hablè con la gente que conoce de pozos, de cuanto cuesta, y en cuanto tiempo lo instalan.
--¡Porque le digo una vaina compadre!, es la ùnica soluciòn que tenemos, pa’ quitarnos de una vez por toda, la llegà de los veranos arrechos.
--Y asì, no tenemos que està pidièndo y rogàndole a Dios, pa’ llueva, y ademàs, podremos sembrà en cualquier època del año, y con suficiente riego.
--¿No lo cree usted, compadre?...
--¡Pero compadre, esa vaina cuesta un rialero!...
--¡Entre la sequìa y el aguacero tan arrecho, nos dejò pelando!
--¡Yo lo sè, compa!, pero tenemos que sacrificarnos, si queremos un mejor futuro pà nuestros hijos y mujeres.
--Bueno dèjeme pensarlo bien esta noche, y mañana temprano me encargo de avisale a los demas parceleros, pa’ ve si estàn de acuerdo.
-- A mì, me parece una buena idea, ¡Pero hay que tenè los riales!
--Okey compadre, mañana nos vemos, y salùdeme a la comadre que no la he visto por ningùn lao.
--¡Fuè que saliò un momento, a visità a una vecina!…
Gregorio prende su camioneta con destino a su parcela, y en el camino iba pensando en los beneficios que les traerìa el pozo, para todas las familias.
Al llegar a su casa, se sienta junto a Jacinta, y conversa con ella de lo que habia hecho en el pueblo, y de la reuniòn con el compadre Antonio.
--Averigüè como es la cosa del pozo, cuanto nos cuesta abrirlo, y el tiempo pa’ ponerlo a funcionar.
-- El compadre Antonio, y yo, pensamos que es mucha plata, pero tenemos que reunirla, porque es por el bien de todas las familias.
-- ¿Y como van a conseguì tanto real?...
-- ¡Ahí, tà la tranca!...
--Venderemos algunos animales, o pediremos un prestamo, ¡Y si tengo que salì de la camioneta, lo harè!
¡La camioneta! , no podia creer lo que estaba escuchando, la camioneta pà Gregorio era su vida, la cuidaba como la niña de sus ojos, y jamàs la venderìa por nada del mundo…
¿Serà que el golpe contra el piso, le aflojò algùn tornillo de la cabeza?
--¡Como dices tù Jacinta!, ¡Hay que tenè fè!...
--¡Dios te oiga, Gregorio!, ¡Dios te oiga!
Gregorio, el compadre Antonio, el sr. Miguel, y Josè Luis Hernandez, el màs joven de los cuatro (4) parceleros que se encontraban sentados debajo de la misma mata de mamòn, estaban de acuerdo en que la soluciòn para todos sus males, era la de abrir el bendito pozo para el riego, pero todavìa, no llegaban a estar de acuerdo, en la forma de cómo conseguir la plata.
¡Hasta que saliò el humo blanco!, y decidieron ir al pueblo, y en la sucursal del banco solicitar el prestamo, ver las condiciones para obtenerlo, y el plazo para pagarlo…
El tiempo era de cinco (5) años con intereses del treinta por ciento (30%) anual, y debian dejar como garantia, los documentos de propiedad, de la camioneta de barandas de Gregorio, y los documentos del Tractor del Sr. Miguel.
Se reunieron de nuevo, pero no debajo de la mata de mamòn, sino en la casa del Sr, Miguel, sacaban las cuentas de lo que producirian en un año por cada parcela con el riego diario, y las cuotas mensuales en bolivares, que cada parcelero debia aportar para cancelar el prestamo antes del tiempo previsto.
--¡Bueno, compañeros!, hablaba el dueño de la casa, ¡Està decidido!, mañana firmaremos el documento del prèstamo, y el pròximo mes deberiamos de tenè el pozo perforado y funcionando, y si los nùmeros no nos engañan, pronto tendremos las mejores y mayores cosechas, que se hallan dao en todas las èpocas.
¡Claro que sì!, gritaron todos al mismo tiempo…
Dos semanas despuès, llegaba un camiòn de plataforma, cargado con una torre, un taladro, barras perforadoras, equipos de mediciòn y algunas herramientas necesarias para perforar el pozo.
El tècnico, que habià llegado unos dias antes, en ese momento le explicaba a Gregorio y a los otros parceleros, que en una inspeccion tècnica realizada tres dias atrás, personalmente fijò el sitio exacto donde se iba a perforar el pozo.
Tomando en cuenta la cercanìa y altura al rio, lo espeso de la vegetaciòn (lo verde) y otros elementos tècnicos, se pudo comprobar que existen corrientes de agua muy pròximas a la superficie, eso darìa mayor facilidad para extraer el caudal suficiente de agua, y acortaria el tiempo de perforaciòn.
Luego, a travès de una bomba de pozo sumergible, la descargariamos por medio de tuberias para enviarla a las parcelas. Necesariamente con la ayuda de una pequeña estaciòn de rebombeo, para que llegue a la parte más alta.
En 15 dias aproximados, estaremos haciendo las primeras pruebas, ahora, si me disculpan, debo comenzar a descargar los equipos, cualquier cosa me comunicarè con ustedes, ¡Hasta luego!..
--¡Hasta luego!, ¡Estaremos pendiente!...
--Compañeros, yo creo que mientras ellos hacen su trabajo, nosotros deberìamos comenzà a limpià nuestras parcelas, de tenerlas limpias y aradas para cuando arranque el pozo.
--¿No cree, que va como muy ràpido, compadre Gregorio?
--Mire compita, ahora es que cuando tenemos que picarle alante, debemos de recuperà el tiempo perdìdo. ¡El tiempo es oro!...
--Cuando arranque el pozo y empieze a descargà el agua, ya debemos de tenè limpia, arada y sembrà la parcela.
Ahora vamos a podè sembrà en cualquier època del año. ¡Y sòlo, de imaginàmelo, se me erizan los pelos! …y muy contento, enseñaba sus brazos.
--Estoy de acuerdo dijo el sr.Miguel, yo voy a colaborà con el tractor y la rastra, y entre todos, prepararemos el terreno pà cuando quede listo el pozo.
--Entonces, manos a la obra, ¡Mañana temprano arrancamos!, terminò diciendo Josè Luis, mientras se retiraban cada uno por su lado…
Desde muy temprano, se escuchaba el ruido del motor del tractor del Sr.Miguel, iba arrastrando todos los pedazos de troncos y ramas que se trajo la lluvia anterior, se amontonaban y con la camioneta de barandas de Gregorio, se trasladaban para otro sitio màs apartado donde no estorbaran.
Despuès venia el arado de la tierra, dos (2) pases de rastras y quedaba lista para la siembra, de ahì, pasaban a la otra parcela, y asi sucesivamente hasta terminar con las cuatros parcelas.
La limpieza y preparaciòn de la tierra de cada parcela, se llevaba dos (2) dias por cada una.
Ya en el octavo dia, ùltmo de la limpieza…

La parcela de Josè Luis Hernandez, segùn su posiciòn geogràfica, era la màs cercana al rio, y ademàs, le pasaban por un lado los postes del tendido elèctrico, y por supuesto la enegìa elèctrica necesaria para el pozo.
Allì en ese lugar, se estaba perforando el pozo, y terminando la limpieza de las cuatro (4) parcelas.
El mismo ruido del motor de aquel tractor, se confundìa con el del taladrar incesante que pasaba a travès de la tuberìa de revestimiento, y màs abajo del lecho de rocas, perforaba hasta la profundidad, en que se adquiere el agua.
Ya faltaba muy poquito para ver y sentir el líquido cristalino, que traerìa la prosperidad a las humildes y trabajadoras familias de esa regiòn.
Se sentian agotados por el trabajo realizado durante los ocho (8) dias, y empezaban a recoger y limpiar los equipos y herramientas utilizados durante los mismos.
Sus pensamientos, estaban en los buenos tiempos que se avecinaban, y en sus rostros cansados no se podìa ocultar la alegria que èstos le traerìan.
Habian pasado quince (15) dias desde que llegò a esas tierras, el camiòn con su plataforma cargada de equipos y tècnicos para perforar el pozo.
Ese dìa, el tècnico encargado de los trabajos, por medio de uno de sus empleados, les mandò un aviso a todos los parceleros, anunciàndoles que al dia siguiente iban a empezar las pruebas.
Aquel dia, estaban todos con sus mujeres e hijos, era un dia inolvidable y debian de estar todas las familias.
El tècnico explicaba, que primero saldrìa el agua un poco turbia por espacios de dos dìas aproximadamente, y que eso se debìa al contìnuo movimiento de la tierra con el agua, y a la inyecciòn de lodo utilizado para sacar las partìculas de las rocas que se iban perforando, que tambien lubricaba y enfriaba la broca o punta del taladro, y que no se preocuparan, que poco a poco se irìa aclarando.
En ese tiempo de espera, aprovecharìan para instalar las tuberias con sus tomas y vàlvulas en cada parcela.
Y el equipo de rebombeo, lo instalarìan en la parcela de Gregorio, por encontrarse èsta en una posiciòn intermedia, y desde ahì, inyectarle màs presiòn hasta llevar el agua a la parte mas alta, sin forzar la bomba sumergible del pozo.
--Bueno, ¡Llegò la hora!, dirigièndose a sus trabajadores.
--O.k, muchachos, ¿Estamos listos?…
--¡Sìii!..
--¡Denle play!...
El sonido desesperante de la bomba sumergible, como la angustia de los presentes se sentìa subir, y al cabo de unos segundos, explotaron las burbujas de aquel indetenible chorro con color a chocolate, que subìa para luego caer y extenderse por la tierra sin rumbo fijo.
Los gritos, y el sonìdo de muchos aplausos alegres, cubriò todo el espacio de la tarde.
La voz de Jacinta se levantaba por encima de las demàs.
--¡Gracias Dios mio!
¡Gracias ànimas benditas, del purgatorio!, y lloraba de la alegria, junto a Joseito en sus brazos, que se sorprendìa de nuevo, sin saber que pasaba.
Despuès de algunas indicaciones del tècnico, poco a poco se fueron retirando a sus viviendas.
Gregorio, conversaba con jacinta, y le explicaba que al dia siguiente, le instalarìan el equipo para realizar el rebombeo, y desde allì, el agua subirìa con la presiòn suficiente hasta la ùltima parcela.
--En dos dìas, debemos de està sembrando, ¡Ya tengo preparà la semilla!...
--¡Quien lo iba a pensà!, que dos meses atrás, no teniamos ni una gota de agua pa’ regà una matica, y ahora, gracias al bendito pozo, vamos a tenè agua pa’ regà, durante todo el año.
--¡Por eso siempre te digo, que no hay que perdè la fè!, y abrazando a Gregorio le dijo, ¡Tranquilo mi amor! , que pasao mañana, lo ayudo a sembrà.
--¡Hasta Joseìto va tenè que ayudàme!, y terminaron riendose…
--¡Està visto, que cuando naces pa`martillo, del cielo te caen los clavos!
--¡Gregorio, del cielo solo caen bendiciones, y hay que recibìla con humildà!
--“Mi aguela nos decìa… ¡Desde muchos años, las plegarias son lo ùnico que les queda a la gente entristecida por estas calamidades, sin embargo, las sequìas no eran una maldiciòn! ”
--¡No hay mal, que por bien no venga!...
--¡En eso tienes razòn Jacinta!, porque despuès de todo lo que nos a pasao, es la mejor època del año, pa’ sembrà el maiz. Ya estamos a finales de Mayo, y ya pa’ el mes de Julio, debemos de està cosechando.
-- Y lo mejor es, que cuando el suelo està bien hùmedo, como està en estos momentos, es muy bueno pa`que gerrmine la semilla, y ademàs entre Julio y agosto, es cuando màs sube el precio del maiz.
--¡Como te digo una cosa, tambien te digo la otra!, si no es por aquel sueño, y la visiòn que tuve despuès de recibir el golpe en aquella caìda, estuvieramos igualitos, pero tengo que dà gracias a Dios, porque me bendijo y me iluminò, pa’ que hiciera lo correcto con la siembra que venìa…

Obreros, tubos, cables y herramientas, se movìan de un lado para el otro, hasta dejar instalada la “pequeña estaciòn de rebombeo,” en la parcela de Gregorio, donde finalmente se hizo otra prueba, quedando todos satisfechos.
El tècnico aprovechaba, de que estaban todos los parceleros, para dar las ùltimas instrucciones sobre el funcionamiento del pozo, la forma correcta de operarlo y su buen mantenimiento.
Gregorio pidiò la palabra, y felicitò al tècnico y a todo su personal, por el buen trabajo realizado, y tambièn diò las gracias a sus compañeros, por haber creido en èl cuando les propuso mandar abrir el pozo.
El Sr. Miguel levanta la mano en ese momento, y explica que de ahora en adelante, tienen que trabajar muy duro, como quien dice, ¡Habìa que echarle pichòn!, para pagar el prèstamo, y poder llevar una vida màs digna y còmoda junto a las familias.
Aplausos, abrazos y cada uno para su parcela.
¡Habìa que trabajar al dia siguiente!...

En esa mañana, Gregorio comenzò màs temprano…
Ya limpia la tierra, como la claridad del cielo que le llegaba, las manos rudas de Gregorio, se movian con destreza y hurgaban dentro de su vientre hasta dejarla preñada...
Luego, aquel grito que llenaba toda la mañana, ¡Prende la bomba Jacinta!..
El sonido producido por el arranque del motor, les cortò la respiraciòn por un instante, y a los pocos segundos, empezaban a subir serpientes plateadas que luego bajaban por los surcos en forma de laberintos, dibujando a toda la parcela,
Gregorio, mientras bajaba lentamente para el rancho, inundaba al cielo con su mirada agradecida, y dos làgrimas que rodaron por su rostro, contribuyeron con el riego de la siembra...
--¡Jacinta lo logramos! , ¡Gracias a Dios!...
--¡Y, a las ànimas benditas!, respondiò èsta…
--Joseito, como en ese momento estaba dormido, no supo lo que pasò…

Habian nacido, despuès de la semana…
Los retoños al brotar manchaban de color toda la parcela, y un mes despuès, se llenaban los surcos florecidos con su vestido verde.
Gregorio con su cuatro, Jacinta, y Joseìto que comenzaba a entender lo que estaba ocurriendo, sentados frente a su rancho sonreìan a la siembra.
El charrasquear de aquel cuatro enamorado, junto a la voz que se le unìa, cortaba la brisa de aquella tarde, que traìa una copla pegada a ella.
“Soy las lanzas verdes que se elevan, con sus crestas doradas y rubias, ¡Soy el maiz!...
“¡Soy el canto de los gallos en fiesta, traigo un nuevo amanecer!, ¡Soy el maiz!”...

Y en eso, llegaba un aroma de cafè recien colao, que impregnaba todo el conuco, que empezaba a florecer…

Texto agregado el 18-08-2013, y leído por 126 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
19-08-2013 Me gusto mucho,no hay mal que por bien no venga,pero siempre se tiene que buscar ese bien,no sólo sentarse a esperar,y que mejor que trabajar en equipo,Dios aprieta más no ahorca.muy bueno...!! christianPriArri
18-08-2013 bellas letras para describir el paisaje campestre y todos sus problemas. jaeltete
18-08-2013 Una tragedia ocurre en un ambiente rural, los personajes reaccionan para solventar el problema, y el previsible final feliz. Matizas bien el relatos con jocosas interjecciones de la jerga colombiana, tu narrativa no es precisamente un carrusel de emociones pero tampoco es aburrida. Es un buen relato. dromedario81
 
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