Toqué el primer timbre del panel en aquel gran edificio de clase media-alta....nada; sin respuesta.
A los siguientes seis números que toqué, me contestaron en seco que no me conocían, -caray; esto cada vez es mas difícil- me decía. En otros dos apartamentos tampoco contestó nadie -todo el mundo trabaja a esa hora-, pero mi paciencia tuvo al fin su recompensa.
-Soy Pepe, tía, perdón que te moleste...
-¿Pepe, el hijo de Adolfo?...
El anzuelo por fin había sido mordido, todo era cuestion de ser paciente.
-Sí, tía. Perdona que te moleste, pero el coche se me descompuso aquí a dos cuadras, y ya vino el mecánico, pero resulta que hoy pagué la colegiatura y me quedé casi sin dinero, ¿podrías prestarme trescientos pesos?, mañana paso a pagártelos...
- ¡Claro hijo!, sube por ellos... sirve que me cuentas como está tu papá.
Primer obstáculo, evidentemente la tía no iba a reconocerme como al Pepe que esperaba y se acabaría el negocio.
-¿Estás sola tía?...- La esperanza de que tuviera una sirvienta, o alguien que no tuviera que conocer al hijo de Adolfo, se esfumó pronto.
-!Ay hijo¡ desde que murió tu tío Jacinto bien sabes que vivo completamente sola, sube y fíjate si hay alguna correspondencia en mi buzón.-
Pensé rápido, el negocio estaba hecho, no iba a dejarlo ir.
- mañana subo y te visito con calma tía, ahora va a subir el mecánico por el dinero pues me tengo que quedar en el auto, ¿de acuerdo?
-Está bien, que suba; y no te preocupes por traer el dinero, pero por favor; sí ven a hacerme un poco de compañía y a platicar un ratito qué ha sido de la familia. Ya sabes que con lo de mi ceguera yo no puedo salir a visitarlos...-
Ciega!!!- pensé- ésto puede ser una mina de oro!!!, subiré finjiendo ser el mecánico y veré qué tan rico podría ser el botín.
- Sí tía, va para allá el maestro Juan y yo mañana paso a platicar contigo y a traerte el dinero...
- Ándale pues mijito, nos vemos mañana.
-Si tía hasta mañana, abre para que suba el maestro.
Se oyó sonido del portero eléctrico, empujé la puerta y estando adentro, volteé con pánico a ver el panel de los timbres...¡había olvidado el número de apartamento!.... Tranquilo- pensé- habías tocado casi toda la primera hilera, debe ser el 504...no, creo que ahí me batearon.... carajo!!! Salí de nuevo a localizar, por tanteo, el apartamento de la tía. Comencé de nuevo ahora finjiendo otra voz " de mecánico".
- Señora? soy el mecánico... ya se fue su sobrino y no me dijo en que piso esta su casa...
Despues de cuatro o cinco intentos hablé por fin con la tía.
- Pues si es el 509, lógicamente es en el quinto piso, ¿no cree?...de paso fíjese alla abajo si no hay algún sobre para este apartamento.
Debí haber sospechado entonces- ¿ para que querría correspondencia alguien que no puede ver?
pero ni por aquí me pasó.
Toqué en la puerta del 509, ensayando la voz de mecánico que había hecho hacia unos momentos, pero antes de decir palabra, se apareció la tía y me jaló hacia adentro de aquel inmenso apartamento.
La tía traía unas gafas negras, el pelo cano, largo y suelto sobre los hombros, con la maestría de un policía hollywoodense me esposó e inmovilizó sin darme tiempo a reaccionar, cuando voltee indefenso a verla se quitó la bata que traía y dejó ver uno de esos trajes de piel negra usado por los sado-masoquistas, la imagen era realmente grotesca. Las carnes blancas desbordaban aquella tanga de piel, y yo temblaba. Se quitó las gafas y yo en absoluto estado de shock, hice la pregunta mas naíf que pudo haber en situación semejante.
- Pero...¿no es usted ciega?
- Ni tú eres mecánico, ni soy tía de ningún Pepe ni te vas a llevar trescientos pesos de aquí.
-Pero...¿y entonces?...
- Tu truco debio haber funcionado cuando no existían los video-porteros...¿no conoces esas camaritas con las que podemos ver quién es quien está tocando?
Desde entonces soy su esclavo ( en todos sentidos)
espero que alguien lea esta carta y me rescate, estoy en el apartamento quinientos nueve de un edificio muy alto en la calle de Newton...Por favor...SOS.
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