La Paica y el Taita
Es la mina sobradora,
La del copete atrevido,
Que lo hace ortiva al marido
De la yuta. Trepadora,
Con ínfulas de señora;
Se cargó más de un galán,
A sabiendas del langrán
Que la mantiene con brillo
De paica, en el conventillo,
Entre tertulia y gotán.
De esquinazo en las trastiendas,
Midiéndose con chaludos
Da barquinazos boludos,
Pijoteándose a sabiendas,
Mezclándoles las haciendas
Al careta y al chitrulo,
Pa’ abanicarse algún bulo
Que le talle a la medida,
Y acamalarse, enseguida,
Un bacán sin disimulo.
Como paica, la trotera
Se escabulló en la gilada,
Pidiéndole ‘coca’ helada,
Con ferné, a la camarera.
El taita la vio fatera,
Con su espiche bien fetén
Y decidió hacerle el tren
Medio forfai, veterano;
Relojeándola de afano,
Carpeteándola un beguen.
Se le acercó desconfiado,
Sensiblero y fachendoso,
Presintiendo en su frondoso
Historial de acodinado,
Un balurdo escamoteado
Del berretín agalludo,
Al que por taita y tarrudo
Imaginó merecido,
Como shiofica subido
A ligador y ojetudo.
-¡Hola linda! se mandó,
Semblanteándole la jeta,
Pero la mina, veleta,
Ninguna bola le dio,
Sin embargo él no enfundó
Su agalludo berretín,
Y en medio del cafetín
Alunado y colibrillo,
Le hizo saber del cuchillo
Refilándole un jazmín.
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