Apareciste de pronto, ante mi mirada un halo de luz me impidió ver tu cara, absorta de incredulidad, no conseguí pronunciar palabra alguna, como si los rayos que salían de tu cuerpo enmudecieran mis labios.Entonces pronunciaste algo apenas audible, desperté irresoluta, pero logré contestar a tu llamado, trémulos los dedos y la voluntad misma.
Parecías una efigie, Inefable, modelo perfecto de una quimera. Fuiste muchas veces inconfesable, ilusorio, como tallado con mis manos, pura creación de mis enajenadas locuras. Ibas y venias,oscilando entre mi fuerza y mi entendimiento. No pude más que rendirme ante el infinito arte de tu silencio, el silencio limpio de un fantasma. Irradiabas la calidez de un día de verano en una fuente de piedra, la tibieza de las manos y un gusto a hierbas en el cuerpo. Me gustaba dibujar tu silueta con las hojas que se revolvían en tu pelo, encerrar tu esencia en frasquitos de colores, eras tan sutil que te deshacías con el mínimo toque de mis dedos, finísima arena surcando el aire.Te miraba desde lejos, añorando el instante en que la sangre se emplumaba con gran urgencia hasta llegar al cielo, volátil, tan liviana, ante tu brutal y antípoda presencia.
Tú de pálido rostro,de cabello de otoño extinto, con la solemne firmeza de un árbol, pero inevitablemente liviano como tus hojas.
Un dia sin saberlo, sin siquiera advertirlo, tus raíces se expusieron ante el fatídico invierno.
No quisiste aferrarte a mi calida tierra, lejos del sonoro y gélido soplo del viernto.Tus simientes se olvidaron de germinar, tus brazos, antes floridos, terminaron por caer, seguidos, irrevocablemente por el resto de tu cuerpo. Inerte y seco, ya sin vestigio de alma te vi partir. Una corriente te balanceaba hacia un rumbo ignoto. Miré mi reflejo en el agua,
alterada y con una absurda tristeza, Quede horrorizada!
Intente ver mas alla del horizonte, pero ya no estabas. Habías muerto. Supe entonces la verdad. Jamas viviste, JAMAS en mi mundo...