La noche llego llena de silencios poblando su oscuridad. En mi jardín llovieron tibios brazos del árbol que presintió la neblina y estremeció al sentir el sonido agudo que desgarraba su negrura. Sus hojas se cayeron una a una, dejando sus ramas vacías y sus tallos doloridos.
Quien podría creer que el invierno fuera tan crudo, triste y vengativo. Que el jardín moriría con hielos que lo poseían. Al momento del desastre dormían todos los astros, el reloj que es la luna solo un poco bostezo desconocida. Fue en esa casa de madera y chapa vista una gran convulsión- la música repentina vibro. Los pájaros se volaron- el jazmín lloro su perfume hasta el amanecer- los claveles soñaron que un mundo nuevo había de nacer. Pero el árbol poeta que sabia recitar les dijo, no se lo crean jamás, ella ama la noche, que es su propio clon y se despliega. Ella es toda curiosidad, y muy atractiva, ella danza sin piedad en todos los tablones donde exista la alegría. El viento de fríos ojos la mira sonreír, ¿es ésta la noche carnívora? Nos promete la vida, la felicidad, complace a la luna y nos echan sin piedad. Pero hay en su mundo muchos luceros que no hacen ver la realidad.
Hay en la noche sueños mágicos, poderosos como las tinieblas del mar en su inmensidad. Hay mundos y más mundos, donde tú, y yo, jamás podremos entrar.
Curiosidad de la noche que es Reina de la lujuria, ebria de la pasión, amiga de las fiestas, enemiga del dolor.
MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI. |