Primer paso:
Recitar con cierta efusividad y escasa convicción técnica la siguiente plegaria, o una de elaboración propia.
" ¡Oh, my God!
The last one, please,
you can stop this.
Segundo paso:
Encenderse el cigarro, un purito en mi caso, y fumárselo con auténtica calma y relajación.
Una de dos, o funciona, o te pasas la vida repitiendo la misma oración.
Paso tres (opcional):
Si transcurridas 48 horas sospechas que todo resulta relativamente sencillo; agarrar un cigarrillo y enchufarse de 4 a 5 caladitas.
No temas la ira divina, lo más probable es que Dios te mande un castigo, una maldición, una enfermedad o una de las siete plagas por desobedecer su voluntad. No le des demasiada importancia, es como la rabieta de un bebé cuando no haces lo que él quiere.
Mano dura.
Que no se crea que todo el mérito es suyo.
Paso cuatro (sólo para masocas):
Transcurridas 72 horas desde el paso anterior, y si aún no has muerto de ansiedad; agarrar otro cigarrito y enchufárselo enterito, preferiblemente después de comer.
Este paso es uno de los más duros, gracias al castigo celestial ni siquiera tendrás ganas de probarlo. Ni caso, dale duro, notarás como la adicción vuelve a hacer mella en tu organismo... ¡Ánimo, tú puedes conseguirlo!
Paso cinco:
Han transcurrido casi 96 horas desde el último cigarrillo...
"Hoy me toca cigarro, hoy me toca cigarro, hoy me toca cigarro, me toca cigarro, toca cigarro, cigarrooo..,
¡¡Cuándo coño comemos!!
Paso seis y así sucesivamente:
Añadir 24 horas extra de reposo tras cada nuevo cigarrillo... Supongo que algún dia fallarán las cuentas o te convertirás en un matemátic@ de primera... que lo dudo.
Ya que si realmente quisieras dejar de fumar te hubieras detenido en el paso dos.
¡ Suerte ! |