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Inicio / Cuenteros Locales / ZahiraX / 1. Tienda de muñecas: en exposicion

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Un látigo golpea su espalda; o al menos así es como se siente. Cierra los ojos y se obliga a no gritar, siente las lágrimas luchando por salir, pero no puede armar un espectáculo, no ahora, no después de cinco meses de tranquilidad. Otro latigazo. Muerde el cuello de su blusa para no llorar, espera que la profesora no lo note.
El timbre suena y ella corre hasta el baño tan rápido como puede; se encierra y se permite llorar en silencio por unos minutos. Ya no lo soporta más.
~ * ~ * ~ * ~
Primero fue aquella familia australiana, aquel eterno viaje de más de 20 horas, luego ese multimillonario sádico de california, después de eso aquella mujer francesa con su hijo psicópata… no, mentira esa fue la cuarta vez, la tercera fue… a ¡cierto! el profesor aquel que quería un modelo de anatomía, después…
La sala está a oscuras y no tiene nada que hacer. Aunque intenta disfrutar el aburrimiento, es mucho mejor que la rabia. Las luces se encienden y un guardia entra al salón, ella cierra los ojos y finge no notarlo.
Sigue contando.
La quinta vez fue una empresa minera, quizá hubiera funcionado si se hubieran limitado a hacerme extraer minerales, luego aquella familia sosa y conservadora, después aquella cocinera, ese desagradable hombre de negocios, dos familias normales más, aquel presidente de no-se-que país perdido y el idiota pervertido y sádico que me vino a devolver ayer… ¿Cuántas van? ¿12? Vaya, creí que serían más, es decir, ya es todo un record teniendo en cuenta que no he estado ni un año en venta, pero me parecieron más veces… ¡ah! Es cierto también estuvo esa vez que quisieron llevarme a aquel laboratorio, aunque no sé si eso cuente como una compra en realidad…
El guardia pasa por delante de ella y la mira con disgusto, pero no dice nada. Es un cobarde, como todos los demás. Primero secuestran a una chica robándole su familia, sus amigos e incluso su nombre, luego experimentan con ella y luego se asustan de su propia creación; como si fuera culpa suya ser como es.
El guardia sale de la habitación y vuelve a apagar las luces.
Es curioso, piensa Clara, como una maldición puede ser a la vez un don; si no la hubieran elegido a ella de entre todas las chicas para experimentar ahora mismo no vería nada, no sería consiente de lo que hay a su alrededor, de las mesas repletas de comida, de los otros Neinix esposados en las paredes o colgando de sus jaulas… ya no recuerda cómo se siente no percibir todo lo que hay a su alrededor sin necesidad de verlo.
Claro que si no la hubieran elegido a ella probablemente seguiría con su familia en el sur, viviendo feliz en su ignorancia.
Las luces se encienden nuevamente y Clara respira hondo, es hora de la función.
~ * ~ * ~ * ~
La espalda le duele, hasta puede sentir la sangre corriendo por debajo de su blusa, aunque sabe que en el fondo no hay sangre en absoluto. Según el psiquiatra esos dolores son simplemente una “sugestión para ocultar el dolor psicológico”, según su psicóloga son producto de “una típica depresión adolescente”, según Crysta son alguna clase de castigo divino por algo que hizo en una vida anterior. O quizá unos nano-robots incrustados bajo su piel que la lastiman cuando hace algo indebido.
Sea como sea, el caso es que la están volviendo loca. Aunque el placer es casi peor.
Eso sí que no se lo ha contado a nadie nunca, lo de los dolores viene pasándole desde hace años por lo que en su momento no supo ocultarlo, pero el placer es relativamente nuevo; y no piensa darle al mundo otra excusa para que la llamen loca.
La primera vez estaba en su cama leyendo, cuando sintió una extraña presión sobre los labios y un calor recorriendo todo su cuerpo, dejándola en un extraño y agradable estado de embriaguez. Al comienzo solo acertó a pensar que aquello era mucho más agradable que sus misteriosos dolores, y luego llego el deseo. Un deseo apremiante por hacer algo, por abrazar a alguien, ¿a quién? Crysta aún no lo sabe; pero cada vez que acaban esos misteriosos episodios ella queda con una sensación de vacío horrible, lo bastante fuerte para hacerla llorar. Y es mucho más difícil de ocultar que el dolor físico.
~ * ~ * ~ * ~
Como siempre la exposición es aburridísima. Solo un montón de gente con dinero charlando sobre cosas sin importancia, comiendo como cerdos y bebiendo como si les fuera la vida en ello. Al menos nadie ha intentado violarla hasta el momento.
En lo que va de la noche ha soportado todos los comentarios y toques desagradables sin emitir una queja. Odia tener que tragarse su orgullo, pero no tiene más remedio; le prometieron un premio por comportarse y ella lo desea más que nada. También odia ser sobornada; pero al ver la enorme caja de cartón llena de todos esos lápices y pinturas no pudo decir que no. sabe que es una estupidez, pero lo extraña demasiado, necesita volver a dibujar o acabara volviéndose loca.
Y bien puede tragarse un poco de orgullo para conseguirlo.
Un hombre se para muy cerca de ella, huele a alcohol. Clara observa la mesa de postres frente a ella: en el centro hay una enorme torta.
- Hola preciosa – el hombre coloca una mano en su espalda y le susurra al oído – ¿Cómo te llamas?
- Zahira – la torta es de chocolate y por fuera está decorada con merengues de diversos colores.
- Aaaa la chica problemas… - al hombre no parece importarle mucho su reputación, desliza la mano sobre su espalda hasta tocarle el trasero.
Junto a la torta hay más postres cuyos nombres son desconocidos para la Neinix; alrededor de la mesa hay mucha gente hablando y comiendo, riendo por estupideces.
El hombre comienza a manosearle los senos. Ahora está parado frente a ella impidiéndole ver la mesa de los postres.
Clara se pregunta qué pasaría si levita la torta y se la estrella en la cara a ese hombre.
Ahora fija su atención en el techo, de unos diez metros de alto; aquí y allá hay jaulas colgadas. Con más Neinix, algunos son normales; pero la mayoría son como ella: experimentos que no salieron del todo bien.
Cuando el hombre intenta besarla ella pierde la paciencia.

Texto agregado el 14-08-2013, y leído por 162 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
30-08-2013 Me encanta que me manoseen los enos...cuando saben como hacerlo. Buenisimo texto, y disculpa mi explícito comentario. ludmilamar36
14-08-2013 ¿..´? stracciatella
 
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