Creo que los miedos no justifican esto q uno tiende a hacer. A la hora de saber quien es el cobarde, dirían algunos. Yo me considero dentro de esa realidad huidiza, digo, como si negar la posibilidad del tacto nos llevara a algo. Siempre aflora esta rebelde manera de actuar, ante el suspenso, lo no dicho, q no es mentira tampoco, pero allí está. Hay algo de cualquier manera. Lo que mi cuerpo no dice es que no quiere entregarse al fuego. Tengo miedo, lo admito. Me desespera tan sólo la idea de volver a lo mismo. Y cuando la lengua mete para adentro palabras y la garganta las traga siento que se vomitan en mi panza; porque lo hay, lo oculto está. Tampoco significa esto que actuara en una obra teatral, que mi piel no se ha entregado dichosa de probar la sed, su sed. Sin embargo no descarto cuestiones hormonales, ni espirituales. ¿Qué quiero probar? Me pesa cada vez más la continuidad en estos llamados enamoramientos. Sin cadenas por favor. Los juegos en espacios abiertos. Las ganas de volar, de vibrar...