Capítulo 6: “La Verdad Tras Lodewijk Sheefnek”.
Había pasado una semana y el Evertsen navegaba tranquilamente en dirección a Inglaterra. Las palabras de Liselot Van der Decken habían surtido efectos maravillosos en la tripulación y eran muy pocos los que todavía no aceptaban su genialidad y se negaban a asistir a las “clases” que ella impartía.
Sheefnek era uno de ellos. Estaba de muerte al ver que su control había disminuido considerablemente ante una bien consciente tripulación al mando de un elocuente Almirante.
Lodewijk Sheefnek se sentía orgulloso, tanto como de su amiga como de sí mismo. Había logrado destruir a su padre. Con una sonrisa mordaz bajó las escalerillas hasta la cubierta C. Iba a cruzar un pasillo cuando una sombra le cortó la inspiración y lo lanzó contra la muralla.
-¡A ti te quería encontrar!-le rugió alguien.
-Vaya, vaya, vaya… ¡Si no es el fracasado del Contramaestre Sheefnek!-replicó Lowie con sorna.
-¡No me faltes el respeto, si fracasé es por tu culpa!-le escupió su padre, zamarreándolo.
-No te enojes, traidor…-se mofó Lowie.
-Pudiste serle leal a ella…-replicó el contramaestre.
-No iba a traicionarla, es mi mejor amiga, me siento orgulloso de ser más leal que tú-dijo aguijoneándole con la vista.
El contramaestre le abofeteó con fuerza, con ira desmedida.
-Pudiste serle leal a ella, pero eso no quita que asesinaste a tu madre-replicó Sheefnek venenosamente.
De inmediato el rostro de Lowie cambió, se tornó apagado, ensombrecido.
-¡Suéltame, hijo de puta!-bramó, clavando a su padre contra la otra pared y echando a correr a toda velocidad hasta su camarote.
Entró a toda prisa a la habitación y cerró de golpe la puerta. Se acercó a la cómoda y, tras revolver un poco los cajones, su rostro enceguecido por la locura de la ira se tornó macilento y se iluminó con una triste sonrisa cargada de dolor.
-¡Aquí está!-exclamó temblando de pies a cabeza.
Segundos más tarde, caía al suelo dando un horrible alarido y cubriéndose con las manos las ropas llenas de sangre.
Liselot había tenido el desagrado de presenciar la escena y, una vez que Sheefnek se alejó por la escalera mascullando maldiciones contra su hijo, se puso en dirección al camarote de Lowie.
De inmediato se devolvió… ¡Lowie era un asesino! ¡Había matado a su propia madre! ¡¿Cuánto habría sufrido ella?! Pero… Lowie había estado llorando… ¿estaría arrepentido? ¿Sheefnek habría sido sincero? Decidió ir a verlo.
Al llegar tomó aire y decidió preguntar a Lowie qué había pasado en realidad, por qué le había mentido. Golpeó la puerta.
-¡Lowie! ¡Lowie, soy yo!-llamó sin obtener resultados.
Se atrevió y abrió. No alcanzó a poner un pié dentro del camarote, cuando un extraño humo se coló por la puerta, dándole una peculiar recibida. Avanzó un trecho y se vio obligada a toser.
-Ándate, Liss, éste no es lugar para ti-le dijo Lowie.
-¿Qué es esto, Lowie?-preguntó atemorizada acercándose un poco más en medio del espeso humo.
-¡Ándate, Liss! No mereces ver esto-replicó él.
-¿Qué pasó?-preguntó ella.
-¡Ándate!-gritó él, volteándose contra ella.
Un gemido de sorpresa y miedo brotó de los labios de Liss. Lowie la había maltratado, le había gritado y asustado. Tenía el largo cabello revuelto, los ojos y la nariz rojos. Las lágrimas corrían por su rostro. Un tóxico cigarrillo estaba en su diestra y una botella de cualquier cosa, al parecer ron, en la siniestra.
Pero eso no era todo, sus brazos estaban llenos de sangre, sus muñecas igual. Al lado había un cuchillo ensangrentado.
-Lowie, esto me da miedo… pero no te dejaré solo-prometió ella, sintiendo el dolor de su amigo y que lo estaba perdonando.
-Mi viejo es una mierda, Liss-confesó con la mirada perdida. Un gemido brotó de sus labios, era de dolor. Se cogió las muñecas, mientras se encogía.
-Deja ver eso-solicitó Liss.
-No merezco tu ayuda-replicó un drogado Lowie.
-Ya lo sé, tu mamá murió por tu culpa-dijo ella con un gesto de tristeza.
-Estuviste escuchando ahí todo el tiempo, ¿verdad?-preguntó Lowie.
-¿Cómo pudiste, Lowie? ¿Cómo pudiste matar a tu mamá? ¿Por qué nunca me contaste? ¿Cómo pudiste desconfiar tanto de mí, tu mejor amiga?-reprochó ella.
Ante la triste e ingenua mirada de reproche, Lowie se encogió. Clavó sus ojos en el suelo, se afirmó la cabeza con ambas manos y comenzó a llorar. Cuando consiguió serenarse y levantar la vista aún lloraba.
-¡Ay, Liss! Si pudiera explicártelo, ¡si pudieses comprenderlo!-gimió.
-¿Por qué el contramaestre te dijo lo que te dijo, por qué?-preguntó ella.
-Es doloroso de contar, pero más aún de oír cuando se es como tú-dijo él, tratando de no narrar su dolorosa historia.
-Hice una promesa, Lowie, y no pienso romperla. Además, no quiero que sigas así, bebiendo, fumando, llorando y sufriendo por esos horribles cortes. Confía en mí, ya estoy grande como para escucharte-rogó ella.
-Es difícil de decir-se excusó él.
-Necesitas decirlo, Lowie. Yo por mientras te curaré esos cortes que se ven bastante feos-dijo ella con tono de compasión extrema.
-Está bien, era el 20 de febrero del ’92. Mi mamá ingresó de urgencia a la clínica con una pérdida de sangre y unas contracciones que la mataban pasados los segundos. Ingresó al quirófano, a Sheefnek lo obligaron a quedarse fuera. Yo ya había avanzado demasiado y no pudieron hacerle una cesárea. El parto le quitó los últimos suspiros de su vida y… murió…-Lowie se quebró-. Los médicos no pudieron hacer nada y, cuando me llevaron ante Sheefnek comenzó a odiarme: yo era el culpable de la muerte de la mujer que amaba. Si yo jamás hubiese nacido, ella no hubiese muerto.
-El contramaestre es un mentiroso, tú no tuviste jamás la culpa-replicó Liss cuando recuperó el habla.
-Estamos hablando de Sheefnek, siempre me verá como el culpable de la destrucción de su familia-contestó Lowie.
-No le digas Sheefnek, es tu papá-instó Liss.
-Mi papá-Lowie saboreó las palabras-. ¡Mi papá! Un verdadero papá no te tiene desnudo en el antejardín en plena nevazón, ni te hace correr tras su auto para ir a la escuela, ni dirige tu rumbo, ni te golpea ni da de latigazos, ni te envenena ni te obliga a beber somníferos. No, un verdadero padre no te trata como un asesino ni un traidor durante toda tu vida. ¡Por lo que quieras, Liss, yo era sólo un niño! Un niño solitario y que sufrió mucho. Y no, no me hables de perdonar, porque tú no viviste la infancia que yo sufrí-se excusó Lowie.
-Fue… terrible-susurró Liss terminando de curar el último rasguño.
-Y aún queda más, ¿quieres oír?-preguntó Lowie con sorna.
-Sí, todo lo que quieras contarme lo quiero oír-afirmó Liss.
-Los trece años fueron un momento complicado. ¿Lo recuerdas, Liss? Fue hace cuatro años. Cumplí trece años y me miré al espejo. Me encontraba grande, valiente, aguerrido, fuerte, un sobreviviente de guerra de pies a cabeza. No quise vivir bajo el yugo de Sheefnek nunca más. Aquella misma noche, sin despedirme de mis hermanos, me largué. Me eché a recorrer las calles por un mes. En los suburbios me encontré una casa Okupa. Entré y hablé con los punks, me aceptaron. Hospedaje gratis, comida gratis… mujeres, alcohol, riñas y drogas gratis, también. Fue cuático, pero me sentí libre, descubrí que tenía alma y razón propias. Estaba en lo mejor, cuando Sheefnek me vio vestido de negro, con botas largas con tachas, collares de púas y el cabello de cualquier color y forma. Se enojó. La casa Okupa se remató y los punks fueron a parar a la cárcel, de ellos nunca más oí. A veces me pregunto qué será de ellos, qué harán, serán felices espero. Me liberaron de mis cadenas, no cabe duda, pero no de los golpes ni seguir viendo la muerte frente a mí todos los días-terminó Lowie.
Liselot levantó la mirada. Había estado llorando. Temblaba, todo su cuerpo se conmovía con la triste historia de su amigo. ¡Pensar que lo había creído un asesino!
-¿Querías oír?-preguntó Lowie con sarcasmo-. La vida es dura, es cruel. Pero prométeme Liselot Van der Decken que jamás sufrirás como yo sufrí ni que derramarás las lágrimas que derramé en mi niñez ni que dejarás que te lastimen como me lastimaron. Promételo-pidió, ella asintió-. Sólo quiero que seas feliz, hermana, lucho por la libertad que no tuve. Por eso boicotearía cien mil veces más esa puerta para verte actuar como hace una semana. Eres de lujo.
Del otro lado, el atento oído de Sheefnek captaba todo y su maquiavélica mente forjó un plan para vengarse de su hijo traidor y la chica que amenazaba con quitarle el puesto que tanto había soñado con obtener: Almirante, jefe de todo.
Echó una última ojeada a la puerta y bajó hasta uno de los últimos camarotes. Golpeó la puerta educadamente. Una mujer contestó y él ingresó.
-¿Y? ¿Qué dio, Soraya?-preguntó a la dama.
Frente a él, había una mujer de unos treinta y dos años. Cabello castaño, ojos azules y tez mate. No muy alta y contextura media, vestía uniforme. Le dirigió una feroz mirada de odio.
-¿Cómo pudiste?-rugió. Al menos eso hubiese hecho si hubiese tenido la voz que le había quitado el llanto.
-¿Qué debo suponer por eso?-preguntó él con un aplomo inusual en su carácter.
-Positivo. ¡Dio positivo! Toda mi carrera se fue por la borda. No puedo ni siquiera volver por tu culpa, Sheefnek. Me embarazaste. ¿Qué harás con nuestro hijo? ¡Dime! ¿Lo utilizarás como a mí?-reprochó ella enfurecida.
-Tranquila, Soraya-le replicó melosamente sosteniéndola de los hombros. Ella se zafó-. Amor, cálmate, les dañará a ambos-puso una mano en el vientre de ella para darle a entender que quería al niño… era un gran mentiroso, hay que admitirlo-. Aún hay una salida. ¿Conservas el test?-preguntó.
-Sí-asintió ella dándoselo.
Sheefnek lo guardó en sus ropas y trató de salir.
-Espera, ¿qué harás?-quiso saber ella.
-Sólo espera a ver cómo soluciono todo, primor-replicó él, saliendo del camarote, dejándola a ella sola con una mano apoyada en el vientre.
Nota de Autora: ¡Vaya! Es triste la historia de Lowie… me saltaron lágrimas cuando la escribía. Espero que aquellos niños que sufren no deban sufrir más, que la vida les salve como salvó a Lowie. Y bueno… Sheefnek… ¿qué está forjando su maquiavélica mente? Tratándose de él, todo es posible… ¡Apuestas, apuestas! Lo único que lamento es que el capítulo me salió demasiado corto… bueno, nunca es bueno confundir cantidad con calidad.
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