No importaba el cambio de siglo, un año más a empezar y un siglo que concluía. Pero no fue así, aún incrédula algo se despertó en mi al ver a todos tan felices y la emoción me embargó,
al fin. Si, una emoción cargada de nostalgias tristes y como antes, las lágrimas se van para adentro en el torrente de un brindis y mi mente recibe entre las risas el deseo de volar en un avión cruzando el mar deleitándome con las estrellas, oyendo una ronda antigua en las notas que le saco a mi guitarra. Las perfumadas rosas en el balcón de mi casa y me vuelo instantáneamente y mi garganta se suaviza y mis ojos se refrescan ocultando nostalgias tristes que me ahogan, trato de integrarme a las risas y la alegría de estar juntos. ´

Regresé a casa y muy cansada me acosté.

Al despertar en mi casa, las cortinas están corridas, pero se nota que hay un lindo sol radiante, hay un silencio extraño después de la euforia de la noche. Me levanto y corro las cortinas y miro. Nada ha cambiado, el mismo paisaje, envases de vidrio sobre el pasto, bolsas con basura colgando de las rejas
Son casi las doce horas del nuevo milenio. Aparece mi marido con una bandeja trayendo una taza de café humeante y aromado, un vaso de jugo y un trozo de queque. ¿Es para mi? .Nunca lo había hecho antes. Lo miro y no puedo creerlo, cierro los ojos y al abrirlos, no está.
Molesto tal vez se fue llevándose la bandeja. Y recordé lo que se decía: Que el nuevo milenio traería cambios.