La ví por primera vez en el salón de venta de pasajes en la Estación de Ferrocarriles de Alameda. Me llamó la atención su figura: alta, falda ajustada que realzaba su "derriere" atractivamente formado. Su pelo abundante de color rojizo caía desordenadamente sobre sus hombros.
El fugaz encuentro me permitió hacer estas observaciones cuando se alejaba hacia la puerta de acceso al andén. Un dejo de curiosidad quedó flotando en mi mente pues al cruzarnos me había parecido notar algo extraño en su rostro.
Era un sábado 19 de Septiembre de 1998. Había pasado con mi madre y hermanas las Fiestas Patrias celebrando el tradicional asado y ahora regresaba a Curicó donde me encontraba trabajando desde comienzos de mes comisionado por la Empresa para la cual trabajaba.
Elegí el carro H reservado para no fumadores, y un asiento al lado izquierdo para evitar los rayos del sol que estaban pegando fuerte desde temprano. A las 14:15 horas el tren salió con destino final Chillán. Calculé que llegaría a Curicó cerca de las cinco de la tarde. (Continuará)
Texto agregado el 10-08-2013, y leído por 181
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