Clodomiro fue abducido con todo y burro encorvado con cuatro garrafones de agua por un ovni de proporciones quiebracuellos.
Sus compadres Olegario y Chencho juran por las trenzas de sus bisabuelas que un zumbido les reventó las orejas cuando salían de sus jacales rumbo a la milpa, y que distinguieron en el horizonte a una nave dando vueltas como trompo.
Lo que ocurrió después se ha estructurado con base en el testimonio de Clodomiro, cuya veracidad avala el padre Tomasito, con quien Clodomiro reconfortó su espíritu maltrecho luego de los percances de los que se dará cuenta.
Clodomiro se disponía a vaciar su “viaje” de agua en unos tinacos que debía llenar en dos horas más para el colado, pero alzó la cara como lija de tantos pelos ralos y descubrió a treinta y dos hombrecillos verdes de ojos colorados que le hacían señas para que se quedara quieto y pudieran enfocar bien el rayo abductor.
Clodomiro apenas hablaba castilla, y menos podía entender el “ameslam” galáctico. Por eso tomó las riendas de su burro “Matías” para escapar de la amenaza estelar.
En ese instante uno de los marcianos cuadró bien los cuerpos botijotes de Clodomiro y de “Matías” y los succionó como si los chupara con popote.
Ya dentro de la nave, Clodomiro fue rodeado por tres marcianos con batas semejantes a las del Seguro Social, que le bajaron el pantalón luego de desatarle una faja de mecate. Le pasaron un algodón que se puso negro por las costras de mugre acumuladas en dos semanas sin bañarse, y le inyectaron una jeringa en la nalga peluda.
Clodomiro jura que le pasaron unas revistas de marcianas en cueros para que se le parara, y ya con el mástil tieso le echaron una bandeja de agua helada para medir cuanto tiempo tardaba en doblegarse su artillería.
Después le hurgaron las orejas picoteándole los hoyos obscenos de la nariz, hasta que lo dejaron en paz para enfocarse en el burro de ojos mansos, a quien le enseñaron las ancas de unas burras extraterrestres y consiguieron que ostentara su quinta pata sin tapujos.
Ni con dos baldes de agua con hielo consiguieron los alienígenas que “Matías” menguara su poderío, por lo que supusieron que era una especie superior que debían conducir a su planeta de origen; así que arrojaron a Clodomiro a un montón de rastrojo, donde fue hallado sediento y con la cara hinchada dos días después.
Cualquier malintencionado pensaría que el estado de Clodomiro era el de un crudo, lo cual es negado por el padre Tomasito, por si no bastara la palabra de los compadres Olegario y Chencho.
En unas semanas el hecho resonó en San Joselito de los Ejotes, donde llegaron los camarógrafos de televisión para recoger las palabras cabales de Clodomiro y dar seguimiento a todo el caso de encuentros cercanos del cuarto tipo.
Pero nada pasó en los días posteriores, y los reporteros decidieron informar a los televidentes de la siembra de garbanzos y de ejotes en la comunidad, así como de la destreza autóctona para hacer nieves de mole y tequila.
Todo concluyó cuando un acontecimiento de relevancia internacional se suscitó en las calles de París: la cantante de moda Yadirah anunció que vendería la exclusiva de la extracción de su premolar derecho.
El Ojo Internacional se despegó de San Joselito de los Ejotes, pero regresó ante un evento que invocó de nuevo a los reflectores: el compadre y la esposa de Clodomiro fueron abducidos por los mismos hombrecillos verdes, quienes retornaron al burro “Matías” sin señales de traumatismos cósmicos.
Transcurrieron los días y las fuentes autorizadas aún no se explican la parquedad de Clodomiro, quien debería hallarse exultante por recuperar el rating que tanto trabajo le costó obtener.
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