EL GRAN EXTREMO
La práctica conjuga la coordinación de corazón y mente, propicia la defensa del mundo interior y equilibra el organismo mediante movimientos suaves y energéticos.
(Meditaciones para la práctica de Tai Chi - Principio Supremo o Gran Extremo)
Mueve la fuerza con tus pies sumisos,
pinta con ellos en el suelo un lienzo;
dibuja formas suaves, caracolas,
huellas sinuosas de serpiente en lucha,
órbitas en tensión de meridianos.
Ellos son los pinceles de tu mente,
son las estelas que tu impulso deja,
líneas que trenzan círculos y nubes.
Mece también tus manos en la danza,
puños delante, fibra y compostura,
lucha y vigor, compás en el sosiego.
Parte de ti con viento en las esferas,
abre las crines suaves del caballo.
Eres cigüeña que despliega airosa
alas de nieve por su vuelo en ciernes.
Gira después y roza tu rodilla
tres veces abrazando las esferas.
Luego tañe el laúd con armonía.
Trepa a las ramas donde el mono juega,
ven a rozar las plumas de un gran pájaro,
lleva en tus manos la montaña al valle,
gira y duplica pájaro y montaña.
Pasos delante, un látigo de pulsos
ha de mover tus manos como nubes.
Baja y descubre listo tu caballo,
lanza con fuerza al aire su pisada,
puños arriba como bravos cerros.
Libre a un lado y al otro has de sentirte,
luego abrirás ventanas a la luna.
Haz que la aguja apunte al mar sin fondo,
y la fuerza saldrá de entre tus brazos.
Gira y empuña con vigor la maza,
toma en tus manos el letal cuchillo,
vuelve a empujar al valle la montaña,
rota y enlaza manos en tus hombros
para después rendir armas al mundo.
Junta los puños luego en reverencia,
todo el cosmos recibe tu homenaje
y lo retorna en flujos de energía.
Son veinticuatro formas de dominio,
para llegar al fondo de ti mismo
donde varón y hembra se acompasan,
donde los dos principios se nivelan.
|