La vida, descalabrada vida
desgajándose en insultos
más que en ensueños
en rugosidades y no pétalos
en llagas y no sonrisas
en grises cuartos y no soles
en mordiscos certeros
y no manos abiertas
La vida, la rugiente vida
deshaciéndose en harapos
desplomándose de a poco
tiñéndolo todo de negro
mostrando sus sucias garras.

Fachadas inmundas y mustias
obscenidades creciendo
desde los muros verduscos
risas groseras, sucios perros
violando a sus dóciles perras
risas circenses, eructos
disputas, calles mojadas
por orines de ebrios.

La vida, la simple vida
amarrándose un cordel
a su escuálida cintura
tratando de parecerle bien
a quien conoce sus pústulas
mostrando sus encías
al que sabe que no es risa
atrapando del todo al incauto
en sus asquerosas aguas
para que nade
para que la orille
para que se salve
según pregona un profeta
con sus zapatos sucios.

La vida, la estúpida vida
orquestando miserias
aún en los lujosos palacios
abatiendo espejos
para reflejar en ellos
tantos rostros ahítos
destruyendo la arena
que alguna vez fue tiempo
divinizando al insano
que legisla injusticias
y atrapando al justo
en sus mazmorras.

La vida, la cruel vida
acosando, nublando,
atorando de minutos
sucios minutos
que hieren el alma
y uno tratando, como siempre
de escamotearla, de falsificarla
para ser vagabundo de ideas
y sabio silente
que se sabe prófugo
y condenado a sorber
cada gota, cada miseria
cada rayo de sol
y todo lo amargo...