“El destino nos rompe
como si fuesemos de cristal,
y nuestros pedazos
jamás vuelven a unirse “

Abul Ara al Maari
(poeta árabe, 1057 DC)



SUPOSICIONES

A esta altura de la vida puedo decirlo: “ya nada me sorprende”. Por ende estoy acostumbrada al deporte humano postmoderno preferido : la mentira y a la pasión concomitante: la envidia.

No me excluyo, de vez en cuando las practico, para no desentonar claro, aunque algo en mí se rompe y se pierde en esas ocasiones: se me acortan los días…

Mas frecuentemente soy objeto de ellas, sobre todo de la primera, y también, debo decirlo, me produce la misma sensación: el desencanto.

Lenta pero inexorablemente vamos cayendo en la lógica idiosincrasia reactiva: la desconfianza.

Y así andamos, mintiéndonos, envidiándonos y desconfiándonos todos de todos. Por tanto, cada cual a lo suyo y el resto que se arregle como pueda.
Consideramos al prójimo meros seres-objeto destinados a ser manipulados, engañados, y usados en beneficio propio.

A veces, sin embargo, me rebelo.

No me pasa seguido, pero cada tanto, confío, creo, doy sin esperar nada, solamente por dar.
Me entusiasmo y me dejo ilusionar aunque sea por un ratito y debo decir que me siento realmente bien.

Pero claro, en los tiempos que corren, la ilusión de creer en la gente no dura mucho.
Supongo que no estoy sola en esto, ; que a muchos nos pasa lo mismo.

Y resurge en mi memoria aquella frase que de chica leí en la Biblia y me quedó tan grabada: " No le tires perlas a los chanchos...".

Pasa que a veces... se me olvida...