Perros y Cerdos

Mil y una situaciones aparecen de repente sin avisar, como si te estuvieran acechando a la vuelta de la esquina, situaciones con la mano abierta apuntando directamente a tu cara justo en el instante que crees hacerlo bien, no puedes flaquear me decía mi padre olvidandose que yo no era él.
Absurdamente inocente, no quieres hacer daño y sueltas accidentalmente la bomba sobre Hirosima montado en ella y con un sombrero de cowboy y todo muta como si de un estallido nuclear se tratase y cierras los ojos intentando hacer desaparecer el instante que no debía ocurrir jamás y estás viviendo en ese momento, con ganas de llorar te aferras a la poca cordura que te queda y como un niño corres a taparte con la sabana repitiendote una y otra vez que no eres ni un perro ni un cerdo.