(Él)
Carlos Rioseco,
cincuenta y seis años respirando,
en los ajetreos de una existencia sin demasiados sobresaltos,
excepto uno que otro bache en el camino,
quizá uno en particular,
el que te trajo a esta barra en esta medianoche fría y lluviosa.
En el mismo lugar los últimos tiempos,
tu rutina estrecha embadurnada de imágenes un poco violentas,
rastrojeando en la basura que llevas a cuestas,
repitiendo un mismo discurso,
ante los comensales aburridos de tus delirios… tus raquíticos delirios.
Don Carlos Rioseco,
¿qué sucedió realmente esa noche?,
… ¿aquel día de acciones cuestionables?,
hablarle al vaso no va a remediar las cosas,
porque traes incrustado algo terrible,
algo que te lacera el pecho rígido.
…la carta en el bolsillo no se va abrir sola.
Jamás cuentas los años,
para que…
es mejor dejar el pasado quieto,
inerte,
fue hace tanto tiempo.
Es hora de cerrar el local,
y le temes a la lluvia y al viento,
es posible que afuera te espere un fantasma,
una aparición hermosa…
Carlos… ¿la recuerdas?.
Del libro "En la villa".
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