LA INSIGNIA
Aun recuerdo el olor de los tragos, el cigarro y el olor a baño que desprendía el Video (bar), mas no me acuerdo cuantas jarras nos tomamos aquella noche. Todos caminábamos unos mas hebreos que otros, cuidando que nadie quedase rezagado, pasábamos por el Colegio San Agustín.
Quinto empezó a gritar - ¡Colegio de burros me llegan al huevo! -
Una piedra lanzada por el Gringo destrozo una ventana, mientras el Crespo decía – la insignia huevon, saquémosla, ¡si llevémosla!, la cual se encontraba en la parte superior de su portón principal. Yo puse mis manos para que Quinto subiera al portón este, mientras el Gringo lo empujaba con todas sus fuerzas. ¡jala huevon con fuerza! – gritábamos - , Quinto jalaba y jalaba y la maldita insignia no salía, cansados de sostenerlos lo soltamos, y él se quedo colgado de ella, pasaron un par de segundos y cayo con toda e insignia al piso, mejor dicho encima de nosotros. Ya repuestos del golpe que nos dio, nuestras risas eran grandes, mirándonos gritamos - ¡viva el San José carajo!.
Seguíamos muy orondos por nuestra hazaña, cuando la luz de una sirena interrumpió nuestra risa, ¡corran! ¡corran! , corríamos a velocidad de cien metros planos, pero el Crespo que llevaba el trofeo se quedaba mas atrás, entonces yo me pare le quite la insignia me la puse en la espalda y empecé a correr por un callejón oscuro, podía sentir la mano del pinche policía en mis espaldas queriéndome atrapar, pero corrí y corrí estimulado por el miedo hasta que pude dejarlo atrás y perderme en la oscuridad de las calles de nuestro barrio, al llegar a la casa del Crespo allí estaban los tres asustados . ---- pensamos que te había atrapado la tomberia (policía) - , y reímos mas todavía.
Ahora ya pasaron varios años, pero cada vez que paso por la casa del crespo miro en su techo la insignia, la cual me recuerda a ellos, Crespo y Quinto los cuales emigraron a la capital; Gringo a Huancayo. Recuerdo la promesa de ir a la tumba de Quinto que ya falleció hace dos años.
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