Sobre la cúpula entorchada en cobre
Veo hacia el horizonte encendido
Un mar acalorado y una línea pura
De dócil desierto petrificado
Al interior de la nave aterrizada
Recorro las catorce estaciones del vía crucis
Y allí, solo en silencio,
Me escondo de la urbe
Se desvanecen en el refugio etéreo
Los ruidos, y degradaciones ancladas
De algunas Visiones polutas
Y ciertos oscurantismos plasmados
Entre vitrales soleados, decanta la quietud de la tarde
Mis pasos y los ecos rebotan en sus arcos santificados
Heme aquí; pequeña Gran catedral de Calama
Sosiego y baluarte de esta Ciudad combativa
Texto agregado el 29-07-2013, y leído por 275
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
29-07-2013
Muy bonito mariabetania
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