Semillas - Capitulo 6
Con ansiedad abrimos el envoltorio y entre las libretas con anotaciones y un par de libros, un computador personal, que al encenderlo, en la pantalla de inicio nos mostró varios iconos numerados, el primero era un video de tus padres con un mensajes para ti y para mí, en caso que el experimento fallara. El segundo una explicación clara y precisa del funcionamiento de la máquina y del armado de la misma, y los otros eran videos de los primeros intentos de viaje y la documentación de los errores y la corrección de los mismos. El último mostraba a tu abuelo, que sabía todo al respecto y supervisaba los detalles del último viaje.
Los tíos en medio del circulo cargando mochilas, el abuelo con el ordenador personal que ahora estaba en nuestras manos, manejaba el programa que ponía en marcha el aparato, las luces del techo también giraban al mismo ritmo que la rueda, pero la tía Cecilia en su ansiedad, se movió del lugar marcado y su mochila rozó levemente, provocando una breve rotura que hizo que saltaran semillas que interceptaron las luces del techo, luego un ruido poderoso y ellos desaparecieron, junto con el armatoste y las líneas de luces del techo, dejando una habitación blanca y vacía, pasado un rato el aparato como un boomerang volvió a su lugar de origen, apareciendo de nuevo en medio de la habitación y también las marcas del techo.
El Abuelo trató en vano de hacerlos volver, sin darse cuenta jamás qué era lo que había provocado el desequilibrio de la máquina y la desaparición de su hijo y su nuera en un futuro perdido por la guerra y la maldad humana. Al salir del cuarto se percató lo que la onda sonora había provocado. No supo cómo explicarlo. Ocultó el hecho y con ayuda del profesor Torres, pasaron semanas tratando de hacer que funcionara la máquina y así hacerlos volver, pero todo fue inútil. La fundación comenzó a presionarlos por los resultados, entonces simularon la muerte de su nuera y su hijo.
El profesor Torres era el único que conocía el avance y la construcción del artefacto, por seguridad, nunca informó a los miembros de la Fundación cuánto habían progresado, con el afán de que con la prueba final los recursos se multiplicarían, por lo que cuando se produjo el accidente, decidió guardar silencio y obligó al abuelo a callar también, informó a la fundación después del funeral, que el experimento era una pérdida de recursos y de tiempo y fue finalizado sin posibilidad de volver a investigar.
El Abuelo en vano trató de convencerlo, pero el profesor Torres no quiso ceder, ante el temor de que, según sus palabras muy poco académicas, “la diabólica máquina matara a alguien más” pero él, en silencio seguiría intentando por mucho tiempo encontrar la falla que les impedía volver.
Danilo lloraba como un niño al mirar las imagen de su abuelo que narraba cada detalle de lo que había pasado, pero al final no había resistido tanta presión y su corazón le había pasado la cuenta llevándose a la tumba todo su conocimiento.
Ese día fuimos a enfrentar al profesor Torres, la ira nos consumía a ambos, pero al encararle su cobardía se echó a llorar como un niño, nos pidió perdón y nos dijo que no era su culpa la muerte de Cecilia y Marcos, pues él les dijo muchas veces que lo que hacían era peligroso, pero no le hicieron caso, y no había manera de revertir aquello. La culpa de ese hombre era su peor castigo pensé, así es que salimos de allí sabiendo que estaba equivocado, ¡sí había una manera y tus padres la habían encontrado!
Ese día enmendé mi rumbo en la vida, las armas provocarían la muerte del mundo y yo no quería ser parte de eso. Entregué todos mis archivos y renuncié a mi trabajo, vendí todo lo que poseía y me fui a vivir a la casona. Mí querido amigo había hecho lo mismo, sin siquiera consultarnos, habíamos decidido cual sería nuestro objetivo en la vida de ahora en adelante: Salvar nuestra tierra y de paso salvar nuestras vidas del materialismo y la banalidad que no conducían a ninguna parte.
Seis meses después Danilo y yo estábamos listos para el viaje, el primero lo haría él, porque quería ver a sus padres, ya sabíamos lo que había provocado el desequilibrio, y no tuvimos problemas en corregirlo, llevó más semillas y abono para la tierra, agua embotellada y los elementos de reparación por si el portal al otro lado tuviera algún problema, pero también llevaba malas noticias, la muerte prematura de los abuelos.
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