Semillas - Capítulo 5

Me dormí inquieto y cansado, tuve sueños con explosiones y árboles que querían atraparme, desperté sudoroso como a las tres de la mañana, no podía dormir más, me duché a esa hora con agua caliente, me serví leche directo del cartón, me metí a la cama nuevamente y me dispuse a leer un rato para reencontrarme con el sueño. Me dormí profundamente en algún momento y volví a soñar con ellos, el mismo sueño, ellos llenos de luz en sus ropas blanquísimas y sus manos llenas de semillas intentando llenar mis manos con ellas, solo que esta vez la tía Cecilia me habló, pero sus palabras eran un extraño lenguaje que sin embargo yo comprendía, me mostró el mundo como sería en un par de siglos más, destrucción total, producto de armas químicas y biológicas, enfermedad y muerte, extinción de la humanidad, dolor, sufrimiento, tierras infértiles, vulcanizadas, y bruma por las detonaciones de las bombas, una nube tóxica que lo cubría todo, dejando la tierra en total oscuridad.

Se habían salvado algunos, en bunkers y cavernas, pero ya no les quedaba casi nada, habían esperado por más de 40 años y la oscuridad permanecía, purgando tristemente las culpas de los que iniciaron esa guerra, habían muerto más del ochenta por ciento de los que habían logrado refugiarse y sobrevivir, pero el hambre mataría al resto. En unos meses la luz del sol volvería alumbrar en un planeta depurado pero seco, con mares que poco a poco estaban renaciendo, en las profundidades, la vida se había conservado milagrosamente y lentamente las lluvias volverían, pero la devastación era tan grande, que no había nada verde, y la tierra debía ser cuidada y tratada de nuevo para producir nuevamente el milagro de la vida.

Por eso ellos habían viajado, para sembrar esperanza, sin embargo, habían hecho mal los cálculos al parecer, porque ya no pudieron volver. El aparato ya había sido construido antes, en el primer holocausto que no estaba en la memoria del hombre, cuando fueron los animales los que no sobrevivieron, era una herencia de seres más avanzados pero que ya no existían y que habían dejado las instrucciones para el día y la hora en que debía ser usado de nuevo.

Busca en la caja marcada…

La alarma del celular me despertó en forma violenta, me senté en la cama con la sensación de que habían pasado años por mi cuerpo, el pijama pegado por la transpiración, mientras afuera la lluvia y los truenos remecían una ciudad ignorante de las calamidades que se irían a provocar destruyendo la naturaleza.

Me di una ducha rápida y tomé mi ordenador para registrar cada palabra recibida, llame a Danilo para que se fuera inmediatamente a la vieja casa de sus padres y me dispuse a entender que era lo que ellos querían de nosotros.

Buscamos las cajas con libros y las abrimos una por una, al no encontrar una marca que las diferenciara, luego revisamos cada tomo pero nada, no eran esas las cajas a las que se refería mi visión, revisamos toda la casa nuevamente, entonces comencé a creer que todo había sido un tonto sueño efecto del estrés de los últimos días, me senté en el suelo pensando en lo que la mente puede crear cuando hay agotamiento, cuando Danilo se incorporó bruscamente desde el rincón donde estaba buscando y grita

- ¡Estúpidos! No encontraremos nada aquí, vamos al sótano.

Corrí detrás de mi frenético amigo al que cuando alcancé ya estaba apretando la pequeña ranura de la bodeguita de las semillas. Fue detrás del congelador y sacó unas cajas que contenían ropa como para un viaje espacial, y dentro de ella, una más pequeña marcada con una F.