Nuestra perra Luna… a quien amamos mucho está por una temporada en la casa, es la perrita de mi hija. Ya me acostumbré tanto que si se fuera la extrañaría muchísimo.
Con ella salimos de paseo por los parques cercanos a la casa, todas las mañanas hacemos el recorrido bajo el manto majestosos de las variedades de árboles que viven amorosamente en el medio de la ciudad.
El domingo como siempre salimos a dar esa vuelta que tanto nos gusta a las dos. Luna corría y saltaba, en cada cantero encontraba algo mágico para ser feliz, yo me contentaba con verla así. De pronto algo extraño sucedió- ella me pareció que sonreía sus manitas buscaban y buscaban entre las hojas. Un brillo en sus ojitos me detuvo frente a aquello desconocido y tan atractivo. De pronto luna me habló, no podía entender todo tan extraño y a la vez tan hermoso, me contaba una historia de sus primeros días de ensueños, cuando estaba lejos de vivir en la casa con la familia.
Me decía que al nacer tuvo catorce hermanitos, y por ello casi se muere, su mamá dio prioridad a los que estaban más fuerte. Mientras hablaba su hocico se movía sin detenerse, me seguía relatando su historia, en sus ojos la chispa tenia vida, mientras mi admiración no tenía limites.
Comencé a pensar en un extraterrestre no sabía de qué manera entender lo que estaba pasando, dejé que mis pensamientos y conjeturas se fueran, y dediqué toda mi atención a ese momento único, mágico, espléndido, que sabia no volvería a suceder, que por alguna razón desconocida pasó. Luna seguía hablando y sonriendo, el aura sobre su cuerpito era majestuosa, había encontrado en sus ojos color café un breliag, algo maravilloso que no está destinado a todas las personas. La magia se había completado y lo disfruté, me enrosque entré las hojas, los olores, el brillo y ese resplandor tan hermoso. El parque estaba exuberante como un bosque encantado gemía, estaba extasiada de tanta belleza, y sorprendida.
En un segundo todo pasó, y Luna siguió recorriendo el parque como lo hacía siempre, ambas a la par. Tratando de respirar aire nuevo, disfrutando la naturaleza.
Mil disculpas un error no querido pero ahí estaba, gracias.
MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI |