Tu ombligo redondo, profundo, con una muesca que parece un pétalo curvado. Mi aliento es un carro de fuego que vuelca en tu cadera. Abajo del precipicio: la flor. Con mi papila la envolveré como la luna hace con la hierba. Sobre tu rocío titilan húmedas luciérnagas, se agitan en la oscura enramada. Seré arete que la fiebre mece y mece.
Texto agregado el 21-07-2013, y leído por 422 visitantes. (12 votos)