Roma
Nací en casa de curanderos , adivinadores y otras yerbas.
Mi abuela, era la curandera del pueblo. A ella acudían todos por mal de ojo, insolación, culebrilla, empacho y hasta por un dolor de muelas. Mi madre le ayudaba a preparar brebajes y a atender cosas menores para que según mi abuela "se vaya haciendo".
Mi tía no se dedicaba a nada de eso, pero tenía lo que se dice un tercer ojo, ella sabía quien enfermaría, estaría embarazada o se moriría y lo pero de todo es que nunca le erraba.
Por eso lo que me dijo aquella tarde mientras estabamos los dos sentados bajo la parra, me quedó grabado a fuego.
Resulta que estabamos hablando de cosas de la vida, de mi futuro, por entonces estaba cursando tercer año. Se quedó mirandome un rato y me dijo: -No vayas nunca a Roma porque ahí te encontrará la muerte. Roma??? pensé ¡cuando iba a ir yo a Roma! nunca en mis dieciseis años había salido de mi pueblo.
Pasaron los años, me recibí de contador, empecé a trabajar en una empresa muy importante y logré hacer una buena carrera ahí.
Mi abuela y mi tía murieron en las fechas que esta había anticipado, así que su vaticinio no lo olvidé jamás.
Cierto día me llama mi jefe para anunciarme que estaban a punto de cerrar negocios muy importantes y precisaba que personas de su confianza fueran en representación de la empresa. -Te lo ofrezco primero a vos porque sabes cuanto te aprecio, una de las empresas está en Roma y pensé en enviarte, así de paso te haces un viajecito.
Por un momento mi mente se puso en blanco y en cuanto pude reaccionar casi gritando le dije:-No, a Roma no. Bueno, me dijo mirandome sorprendido, podés ir a San Luis entonces.
Hacia allí fuí sin poder creer todavía como habia zafado.
Me recibió un gerente de la empresa, con el que hicimos "buenas migas" enseguida.
Me acompañó al hotel y quedó en pasar a buscarme en dos horas para cenar.
Pasaron ya más de tres horas, seguramente ya han venido a buscarme, el teléfono ha sonado varias veces. Nadie va a venir talvés hasta mañana. Pero no tengo miedo una paz indescriptible me invade. Golpean la puerta, oigo voces, ahora están abriendo, siento la voz del conserje gritar pidiendo ayuda, me sacude, tratando de reanimarme. Toma el telefóno :- Por favor es muy urgente, uno de nuestros huéspedes parece estar muerto, vengan lo antes posible al "Hotel Roma".
"A menudo encontramos nuestro destino, por los caminos que tomamos para evitarlo" |