NUESTRA VEJEZ



Cuánta serenidad irradia tu rostro viejo,
cómo colmas de dulzura y de paz mi alma
a tu lado siempre he encontrado la calma
y nunca me ha faltado tu sabio consejo.



Somos viejos,la nieve cubre nuestras cabezas,
el ardor de la juventud ya se ha perdido,
pero aún conserva el calor nuestro nido,
así sólo queden de las brasas las pavesas.



Ya no se encienden tus mejillas por el rubor
ni deliras y gimes como hembra fogosa.
Ni me das tu cuerpo y tu boca ardorosa,
pero mantienes aún lozano nuestro amor.





¿Recuerdas cuando mozos,tendidos en el prado,
yo apasionado y ardiendo de deseo,
te decía que era Tristán y tú Iseo?,
fuiste entonces tierra fértil y yo arado.





Al crecer sus alas se marcharon nuestros hijos,
dos bellos retoños a nosotros parecidos;
en ellos vimos todos los sueños cumplidos,
y en nuestras mentes siempre estarán fijos.



Mi dulce compañera que me trajo la suerte,
has sido amante,madre y dulce esposa,
diste a mi vida una ventura gloriosa
y pido a Dios,a tu lado la muerte.