Eran las tres de la tarde y Jazmín tenía tiempo de sobra para prepararse e ir a la reunión de las nueve en el Hotel Hilton. Había preparado todo, desde como se iba a peinar, a maquillar, un vestido negro, los zapatos de punta recortada y hasta el perfume.
Se tomó todo su tiempo. Repuso el jabón que había comprado ese día, en la jabonera, que estaba incrustada en la pared, al lado de la bañera. Acomodó el toallón que estaba mal colgado. También colocó el shampoo y la crema de enjuague en el canasto de metal, que había comprado en una eterna liquidación de un ex negocio de “Todos Por Dos Pesos”. Después limpió el vidrio del botiquín, con un poco de papel higiénico y unas gotitas de alcohol en gel que sacó del mismo canasto. Ubicó el vaso que usa para enjuagarse la boca adentro del botiquín. Colocó el cepillo de dientes en el adorno con forma de hipopótamo de color violeta que le había regalado su ahijado, con unas simpáticas patitas que servían para enganchar el cepillo. Y sobre el lavadero encontró el tapón del bidé que también lo usaba para tapar la pileta de la bacha. Viendo que ya eran las cuatro y media de la tarde abrió por completo la llave del agua caliente y un poco la del agua fría. Lo dejó abierto un largo rato para que se llenara; pensando, en poder sumergirse y relajar las tenciones que le causaba la reunión que debía dirigir. Mientras tanto puso música y fue preparando una mini picada para comer junto a un chop de cerveza dentro de la bañera.
Dejó la puerta cerrada del baño y se dirigió hacia la cocina.
Cuando volvió se llevo la sorpresa de que había mucho vapor en el baño y casi no se podía ver nada entre tanta neblina espesa. Por querer cerrar a ciegas la canilla del agua caliente, ésta se salió y no paraba de caer agua hirviendo del grifo. Jazmín se quemó la mano. Le ardía tanto que parecía que le había quitado la piel. Como pudo, descalza, dio la media vuelta palpando en el aire en busca de la pared, también una herramienta, que le pueda ayudar a cerrar la llave del agua caliente. Encontró un pico de loro, pero, le faltaba una pieza. Volvió y no se le ocurrió mejor idea que poner el ventilador de pie para que disipara un poco el vapor que se había concentrado en tan pocos minutos. Mientras la neblina se abría pudo ver donde estaba la bañera. Se acercó quemándose los pies ya que el agua rebalsó el límite y comenzaba a inundarse el baño. Para no quemarse, subió al bidé, intentando alcanzar desde ahí el interruptor de luz, se tambaleaba y poco pudo tenerse de la pared de azulejos ya que resbalaba con solo rozarlos y cuando quiso sujetar los dedos de los pies al borde del bidé tambaleó e intentó aferrarse a algo aunque sea unos minutos pudiera llegar al palo de madera del toallón. Logro agarrarse pero este se venció bien acento todo el peso en ese brazo y ella cayó de espalda pegándose la nuca contra el lavadero y quedo extendida en el piso del baño. El agua caliente seguía saliendo; no se podía mover y apenas podía sentirla esparcida en el piso que la estaba quemando. Como pudo, sin ver demasiado y muy lentamente fue poniéndose de pie apoyándose en la jabonera que estaba al lado del lavadero. Se sentía mareada, casi ni se podía mantener en pie, así que apoyó su otra mano sobre el espejo empañado y lo limpió pero volvió a resbalarse quebrando la nariz en el lavadero. Tardo otros minutos más pero ahora sentía la temperatura del agua y le empezaba a quemar la piel. Se levantó sin reaccionar ante el dolor que le causaba el golpe y que estaba cocinándose cruda prácticamente. Levantó la cabeza y pudo verse en el reflejo, tras un golpe de aire del ventilador de pie que giraba en su eje y vio su pelo cubriendo su rostro deformado, ensangrentado y la nariz desviada. Le latía todo el cuerpo, desesperada quiso salir del baño agarró la manija de la puerta abierta y se le resbaló de las manos y se cerró tirando el ventilador de pie al piso, cayendo de forma tal que las reja quedara enganchada con la manija de afuera y el pie del ventilador anclado de costado con la esquina de la pared. Trató de abrirla pero era inútil. Agotada, ensangrentada, casi a punto de desmayarse golpeó la puerta sin respuesta.