estoy echado en cama hace cerca de cinco años... no tengo piernas ni brazos... tan solo me queda el resto... me sacan a pasear como a un perro... no digo nada, salgo y miro las calles y recuerdo muchas cosas... veo a los niños correr, jalarse, pegarse, llorar... veo a los muchachos amarse... autos que van y vienen, los parques llenos de humedad y el verdor de su epidermis... regreso a mi cuarto y me pongo a pensar... pienso mucho en la muerte... me hubiera gustado tener acceso a ese botón... miro mis limitaciones y siento que me falta algo aparte de mis extremidades... ¿una mujer?, ¿juventud?... no creo... siento que siempre me faltó todo, a pesar de tenerlo todo, no supe apreciarlo... tan solo me queda el resto de mi vida metido en este cuerpo sin futuro... un muñeco de carne y sangre con una cabeza pelada y dos ojos que miran sin mirar...
lo especial de todo ello es que me gusta vivir... amo vivir... por ello es que cuando llega la media noche explota algo dentro de mí y canto, canto, canto, canto y canto durante el resto de la noche... lo hago en un idioma extraño... tan solo siento hacerlo y como burbujas, brota de mi ser cantos de mi ser interior... lo hago por horas, pero no tan alto, bajito, casi susurrándole a la existencia que vale la pena vivir un día más, una noche encantada mas... bajo el canto de mi alma que no ha perdido nada aún, mas bien la siento como un visitante expectante, que usa a quien se quiera dejar usar... ese es mi caso...
llega el día y llega el desayuno... viene una mujer vestida de blanco, con un cuerpo envidiable y lleno de juventud... quisiera cantarle pero mejor no... eso es para otro ser, aquellos que suelen merodear mis sueños y ensueños...
y pensar que tengo ochenta años... y pensar que jamás tuve nada en este mundo sino, problemas y más problemas... estoy exonerado de este mundo... estos me miran como quien ve a un condenado... si supieran que todos los estamos, pero no todos vamos a la pena capital... muchos sí, pero unos cuantos no, de esos soy yo, de aquellos que saben que son más que carne y hueso y sangre... que son algo más que una herida sin cerrar...
mi canto es inexpresable... suelo mirar la oscuridad y besarla profundamente... suelo escuchar el silencio de dios y siento que en ese silencio se encuentra toda mi esencia... mis cantos y mis pensamientos... como un poseso que no sabe más nada que respirar...
la depresión llega como un perro sin dueño… se acerca y empieza a olisquearme… la entiendo, necesita existir, darle imagen a quien necesita sentir la fortuna de estar completo… pero eso no tiene importancia para alguien como yo que no entiendo de sentimientos ajenos y premios afectuosos decorados con ternura… lo que hago para silenciarla es ponerme a respirar largo y sentido por espacio de una o dos horas… luego algo hermoso sucede… el resto de mi cuerpo se pone a levitar, casi alcanza el metro sobre el piso… nadie lo sabe, pero yo sí lo sé… levitar es como perder peso o llenarme de dicha para que pueda sentir la fragilidad de la gravedad… y todo encerrado en un cuarto de cinco por cuatro, lleno de libros y lencerías y mucha soledad…
todas las tardes llegan mis parientes… ellos me miran, me llenan de besos piadosos y luego hablan entre ellos… les dejo, cierro los ojos al mundo y viajo cerca y lejos…
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