Inicio / Cuenteros Locales / pabloneuf / Reflexión al principio y al final de un viaje
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"El humor nunca ha sido mi fuerte", pensó en voz alta luego de una acotación sarcástica recibida por un par de sonrisas poco convencidas, un bostezo que no tenía intención de ofender, un par de miradas huidizas desde el otro lado de la mesa manchada por incontables vasos, tazas y botellas que, en algún momento, fueron dicha y consuelo para los viajeros que ahí compartieron un "¿De dónde son ustedes?", mientras en su mano izquierda se consumía un cigarro, el último, en su mano derecha reposaba una taza a medio lavar con lo que para muchos argentinos podría ser una aberración, un fernet con coca-cola y jugo de piña, para endulzar, tal vez para creer que lo amargo no era lo suyo, aunque eso hiciera eco de su vida pasada, la vida que dejó en una ciudad de lluvias, de costumbres, de una seguridad de lo conocido en lo cotidiano, de sus pecados, de su mediocre forma de ver el día a día y en todo lo que buscaba cambiar, y aunque nos adelantamos un poco en la historia, podemos decir que la gente no cambia y muchos lamentablemente no aprenden, pero hay unos cuantos que logran aceptar lo bueno y lo malo después de muchos kilómetros, muchos besos, muchos errores recurrentes y todo lo que implica vivir una vida de nómada, donde el lugar donde apoyarás la cabeza mañana puede ser tan incierto como el número total de veces que dirás en tu vida "No vuelvo a beber nunca más", y he aquí algo que se aprende después de décadas, cambios presidenciales y muchísimas caras olvidadas; puedes decidir no beber más como decidir amanecer en el mismo lugar y finalmente dejar de arrancar de fantasmas que ya no están ahí, se fueron de viaje en otra dirección. |
Texto agregado el 11-07-2013, y leído por 149 visitantes. (0 votos)
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