Se han acercado y lo han dejo de lado varias veces. A veces es difícil saber qué hacer en cada situación y su mente gira en torno a esa disyuntiva sin encontrar respuesta rápida a la atención que desea darle al contexto en el que se halla.

Es irritante y le molesta. Su piel comienza a hervir y a sudar. El estrés se hace presente y el colapso evita el atajo para dar paso a una carretera de emociones.

Cierra sus ojos y encierra las lágrimas que no quiere mostrar en público ni en privado. Aprieta sus puños intentando guardar la ira y la rabia. Sus uñas le marcan las palmas y siente la presión en las sienes de su cabeza.

Se prepara, abre la boca, inspira, mecaniza un largo y profundo grito y lo expulsa a todo pulmón.
El cese de la sonora explosión limpia todo de golpe. Abre los ojos húmedos y se estabiliza mirando al cielo.
Ahí están las estrellas y el cielo oscuro que lo ha visto nacer, crecer y rehacer infinitas constelaciones y galaxias.

Su nombre es conocido, pero jamás lo ha hecho valer. La verdad es que está cansado. La verdad es que no eligió el trabajo. La verdad es que le encantaría bajar a la tierra de vez en cuando y estrechar la mano de algún humano.
Pero sabe que nadie lo hará con confianza.