Un viejo se emborracha y pelea con unos cinco o cuatro hombres en un bar. Pelea sin motivo o al menos sin agravio previo. El viejo pelea porque es lo único que sabe hacer. El viejo bate los puños como lo ha hecho toda su vida. El viejo pelea como ama, como ha amado toda su vida a esa amante terrible, la misma que le ha hecho vivir y la misma que en más de una ocasión casi le arrebata la vida.
El viejo ya tiene los nudillos curtidos y tiene las mejillas llenas de surcos más viejos que el. El viejo tiene un gorro de lana y el gorro sabe cuánto el viejo ama a su amante y cuanto ha peleado hasta que la piel se le ahajo de arrugas crudas.
El viejo tiene los huesos helados y no tiene sonrisa. El viejo lo único que tiene es su amante y eso lo entristece por que ella no es suya. Porque ella le será arrebatada por otro amante, por uno más joven o por uno más fuerte y el ya está viejo y está cansado de pelear y aun así sigue peleando porque sigue siendo lo único que ha aprendido.

Al viejo se le pasa la borrachera y se abriga hasta el alma. El viejo está listo otra vez para salir a pelear, el viejo enciende el motor y sale a pescar, sale a pelear y sale a hacer el amor. El viejo es pescador artesanal y está enamorado de la mar.
El viejo es chileno y tal vez vive en Valparaíso, San Antonio o Puerto Montt.