A diario, desde su tribuna de diputado del Estado de Amazonas, Walllace Souza arremete con dureza contra el narcotráfico, una auténtica lacra social en Manaos. Su corajuda denuncia de las bandas delictivas, de sus asesinatos y extorsiones, le ha valido la admiración de todas las personas de bien de la sociedad. Los padres de familia, preocupados por la creciente inseguridad ciudadana y por la posibilidad de que sus hijos queden entrampados en las redes de la droga, han visto en este honrado político el guardián del orden que tanto tiempo llevaban esperando. No satisfecho con su labor política, Wallace Souza ha llevado su incansable lucha también al terreno periodístico. Desde el programa televisivo Canal Livre fustiga sin piedad a los narcotraficantes y a los políticos que los amparan. Sus reporteros son siempre los primeros en llegar a los escenarios de los asesinatos; sus cámaras, las que ofrecen las imágenes más impactantes. Los espectadores, que siguen el programa con auténtico fervor, han elevado la audiencia del mismo a cotas jamás imaginadas. La hidra inclemente del narcotráfico, cuyos tentáculos amenazaban con llevárselo todo por delante, ha encontrado por fin un enemigo a su medida.
En la bochornosa tarde de Manaos, apenas aliviada por alguna que otra brisa procedente del río, Thomas Augusto Vasconcelos, Jefe de Inteligencia le la Policía de Amazonas, consulta por última vez los informes desplegados sobre la mesa. A pesar de que el caso está completamente resuelto, no le invade la euforia de otras ocasiones, sino que, por el contrario, le embarga una profunda tristeza. Sus sospechas empezaron aquella tarde en que los reporteros de Canal Livre llegaron al lugar del crimen antes que los propios policías. La causa de tanta rapidez resultó ser tan sencilla como turbadora: el propio Wallace Souza era quien encargaba los crímenes. La jugada era impecable: primero, eliminaba a sus rivales directos en el negocio de la droga, en el que se hallaba metido hasta el tuétano; segundo, hacía que aumentara su popularidad como político, ya que él era aparentemente un diputado comprometido de forma inequívoca en la lucha contra el narcotráfico; y tercero, elevaba la audiencia de su programa de televisión a niveles cada vez más altos. Wallace Souza no resultó ser ningún San Jorge luchando contra ningún dragón, sino una vulgar y rastrera serpiente. |