Cuando miró el mapa vio que caminaba a la deriva, no había poblado que pudiera socorrerlo, curarle esa herida en la cabeza que no dejaba de sangrar. Surcaba los meandros que tal vez lo llevarían a un rio, única forma de ir a cualquier parte, un mejor lugar en el que estaba, perdido en la maleza de la selva virgen en la que las hojas de los árboles cubiertos de musgo cubrían la visión de algún derrotero. El incidente ocurrió causado por la falla mecánica en el aterrizaje de emergencia. Hizo lo imposible por evitar el desastre con toda la experiencia que tenía en las muchas horas de vuelo pero la colisión fue inevitable. Descubrió que caminaba en círculos al llegar nuevamente al lugar del accidente. Grande fue su sorpresa al ver los restos de la avioneta y los cuerpos desparramados de sus ocupantes, más aún el estupor y escalofrío al comprobar que aferrado al timón yacía el cuerpo inerte del piloto… con ese inconfundible tatuaje de la Virgen de Guadalupe en el brazo que se hizo hace algún tiempo en homenaje a la santa de su devoción…