El alumno

Martina encerró en un círculo el clasificado, convencida que tenía las condiciones para conseguir aquel trabajo. No obstante, releyó el texto para cerciorarse:

“Busco Profesora de Español para Niño. De buena presencia, contectura mediana, no mayor de 25 años. Buen sueldo. Interesada ir a...”

-Buena presencia y contectura tengo -pensó- aunque tengo más edad que la requerida. No sé cuál es el objetivo...

De todas maneras decidió presentarse a ofrecer sus servicios, pensando que la peor diligencia es la que no se hace.

Llegó a la residencia y se identificó. El propietario observó su apariencia y de primera intención, la aprobó. Le pidió que lo acompañara: la llevó al patio, donde al lado de un estanque de aguas suciads se asoleaba un cocodrilo aparentemente amaestrado, que al parecer seria su alumno, a quien le habló con seriedad:

“Aquí tienes una nueva profesora de Español. Espero que te guste.

Y se alejó ante el desconcierto de la mujer y de Niño, quien lo miraba sin estar seguro de haber entendido las palabras de su amo.