3.
Llegado este punto, yo, como Inspector curtido en cientos de situaciones en las que otros perderían los estribos, decidí hacer un receso ya que Ignacio se mostraba cada vez mas alterado según abundaba en la historia que le había referido su amigo Víctor y que ahora me relataba para el atestado; Se podía observar a simple vista como el flujo de su sangre golpeaba visiblemente en la vena aorta de su garganta, acompasándose a una respiración que se agitaba violentamente por momentos.
- Cálmese Ignacio. – Dije pausadamente - Creo que se está poniendo usted demasiado nervioso y si quiere que le diga la verdad, lo que me está contando que le relató su amigo Víctor me parece una retahíla de disparates, ocasionados quizás por alguna droga o algún tipo de enfermedad mental. Sinceramente, no sé por qué se toma tan en serio las explicaciones de Víctor. Usted, como doctor, debería saber que no tienen ni pies ni cabeza y menos un motivo serio para alterarlo a usted de ese modo. Pareciera que su amigo Víctor le hubiese contagiado su locura. Quizás, como amigo suyo y médico podría recomendarle algún compañero especialista en psiquiatría o en rehabilitación, si fuera el caso...
- ¡Usted no me está ayudando nada Inspector! – Contestó dando un respingo – ¡He venido principalmente a pedirles ayuda, porque no sé como manejar esto! Ah, pero claro...es que aún no he terminado de contarle todo y es por eso que no me entiende...
- Pues si se encuentra en condiciones podemos continuar...Porque realmente aún no consigo ver porque está usted prestando declaración en esta comisaría, en mi presencia. Hasta ahora no veo indicios de delito si no más bien la contagiosa chifladura de un individuo, al que usted toma demasiado en serio... La policía no está para atender desvaríos, señor mío...
- No, no...téngame un poco de paciencia y yo le explico – Dijo exhalando una gran bocanada de aire -... ¿Puedo fumar un cigarrillo?
- Aquí no se puede fumar...pero si eso va a tranquilizarle, hágalo. Me gustaría acabar con este extraño atestado antes de finalizar mi turno.
- Gracias inspector. – Ignacio encendió parsimoniosamente su cigarrillo mirando distraídamente el humo que se dispersaba por el despacho, como si de él fuera a extraer las palabras con las que pensaba proseguir.
- Continuemos pues...- dije algo molesto por su calmosa abstracción.
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- - El compareciente dice que su amigo Víctor le relató que seguidamente se apeó a la mayor velocidad de la que fue posible de aquel autobús, que continuó perdiéndose en los aledaños de la siguiente calle de su ruta y que no tuvo más noticias de este, hasta llegar a su domicilio, en circunstancias que posteriormente explicaría.
- - Que en el trayecto de vuelta a su domicilio Víctor le relató que de repente fue consciente de que en la calle y junto a varias decenas de transeúntes podía observarse que muchos de estas personas estaban acompañados de figuras negras, ligeramente separados por pocos centímetros, de la misma forma que había visto anteriormente a la anciana, siendo estas por el contrario de distintas tallas y medidas, habiéndolas con forma de recios hombres, mujeres e incluso niños, asemejándose estas en la forma de la persona que seguían. Aunque si constató que aquellas figuras a las que pudo ver rozando el hombro de su acompañante – no lo hacían todas – convertían a aquellas personas a los mismos tonos grisáceos que había visto en el autobús. Espantado por esta visión se trasladó velozmente a encerrarse en su domicilio ante el temor que le producía la simple visión de aquellos seres y el miedo patente a que a él mismo lo transformaran.
- - Que una vez en el domicilio encendió la televisión, desconcertado, por si algo de aquello figurara en algún informativo y que justo en ese momento estaban ofreciendo la noticia del terrible accidente de un autobús de la línea 29, que se había estrellado hacía pocos minutos, en el que se habían producido varias victimas mortales, incluido el conductor del transporte.
(...Continúa...)
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