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Inicio / Cuenteros Locales / Keiji / 739) Cerrando la puerta de mi pasado

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Cerrando la puerta de mi pasado.

Hablaré de ti como si el silencio fuera una pared, blanca... y mis palabras pinceladas de colores que estén destinados a dibujar mis recuerdos tuyos.

Habré de recordar las cosas a mi modo, en que por más que he intentado pensar en la gravedad de algunos de tus actos, ya ahora nada me parece tan molesto ni tan importante como me lo pareció entonces. Supongo que pude haber lidiado con varias de tus malas elecciones, con tal de seguir a tu lado... Pero tres burlas ya hubiesen sido demasiado, para cualquiera.

Hicimos más que el amor, hicimos el camino que duró tres años, en que yo como siempre, o las más de las veces perdí el ritmo y la cuenta; y tú me regalaste un alma, y una estrella, y un dolor oculto dentro de todo ello, como la piedra que mantengo en esa caja de madera que ocultaba un muñeco contra el mal de ojo.

Pensé en que el tiempo me duraría más a tu lado, que las cosas que no hicimos por fin llegarían un día como hoy. Rompí los cuatro acuerdos y me pensé demasiado las cosas. Tal vez por eso terminé sólo aquí... Escribiendo después de pensármelo demasiado.

Era suficiente que nos gustaran ciertas cosas, como la lectura, el cine, los mismos perros, las locuras en el sexo compartido, la pasión y el deseo, los juegos de video, ser la alumna y yo el maestro, caminar por el parque, visitar algún museo, en fin esas cosas que ahora que lo pienso nunca compartí con nadie del mismo modo.

Cuando terminó todo, ni yo lo supe. Pero al final sonreí, porque era para mi, la manera más tierna de llorar.
Toqué tu rostro por última vez, tú tomabas un café frío mientras yo destapaba un te verde que había tardado en llegar. Fue ahí que comprendí que debes dejar de llorar por alguien que sonríe por alguien más...

Di la vuelta mientras dejaba detrás un juego de sueños enterrados en el aire, y caminé sabiendo que me iría tan lejos, como para no volver en uno de esos días que la debilidad y la locura, me habrían hecho ir a tu casa a llorar como una niña a la que se le ha muerto su mascota.

Como siempre queda el recuerdo opaco y la incógnita brillante, la duda de lo posible y la certeza de lo imposible ahora. Las ganas de empezar de nuevo desde ceros, y el temor de cometer nuevos errores, fundamentados en los mismos defectos de siempre.

Ya no te digo ni lo que me gusta, te dejo el camino llano para que intentes volver a estar enamorada; me resigno a darte por pérdida mas no por perdida. Mientras veo que fumar no te ha matado, y sigues con las ganas de ponerte un tatuaje, si no es que ya te me has adelantado y yo sin enterarme.

De sólo pensar que has vuelto a leerme ya me pongo contento, porque supongo que estarás bien en donde estés, aunque no sepa ya los porqués de tus sonrisas, y no soy más la causa de tu llanto; asumo que he crecido un poco, y esta es mi forma por fin de soltarte, cerrando esa puerta que dejé abierta, sólo por ver si te asomabas de vez en cuando. Después de tanto y tan poco, después de nada, y por último, todo.

Texto agregado el 30-06-2013, y leído por 114 visitantes. (0 votos)


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