Desde la torre podía verles acercarse, estaban bien organizados, pero era esa misma organización lo que les iba a perder...hay que contraatacar aquí y aquí, pensaba... mientras señalaba con el dedo ciertos puntos en el aire.
Cortaré sus suministros aquí...aislaremos a este ala tomando este punto...

El enemigo no conquistaría aquel bastión jamás, era un privilegiado lugar al que no podrían ni acercarse. Con tan solo un puñado de soldados se sentía capaz de enfrentarse a aquel ejército. Él había sido mas inteligente, había esperado el momento adecuado, elegido el lugar preciso...estaba preparado...

¡!!!PACOOOOOO¡¡¡¡ ¡!!A COMEEERRRR¡¡¡ Y BÁJATE DE ESAS PIEDRAS, QUE LOS NIÑOS SE SUBEN Y ES PELIGROSO....

Paco, de pronto, se sumió en una incomprensible tristeza, su mujer, con esa maldita máquina del tiempo que son sus alaridos le había hecho volver a la realidad. La maldita paella esperaba... aunque la verdad, olía bien...

Compungido, empezó el descenso desde la atalaya y de pronto, de todos los rincones surgían sus generales:
Javi, el hijo de Andrés, le informó que sus hombres estaban preparados y tomarían un descanso mientras ellos comían. Dani, el hijo de Adolfo... tenía preparadas sus huestes, estarían limpiando sus armas mientras ellos daban cuenta de la paella. Julia esperaba órdenes para dirigir a sus caballeros a donde conviniera. Jacinto iba por libre, solo quería comer... le asustó una sombra que se interponía entre el y el camino. Era Luisito: lo siento dijo... “Carlitos ha sido apresado por el enemigo, esta encerrado, lavando cacerolas”....

“No te preocupes papá...después de comer le damos una paliza a estos pringaos”, le consolaba Marta....”y rescataremos a Carlitos”.

Paco bajaba pensando...hay que ver lo que hay que hacer, por mantener entretenidos a estos chiquillos.