Damián y Axa / Tres

Jaime vio a su jefe, don Esteban, conversando con el amo de Axa, se acercó a ellos para saludar y conocer de cerca a don Samuel, le había llamado la atención la forma serena y cariñosa con que trataba a su perra, su forma enérgica pero elegante para dar las órdenes en cada ejercicio a realizar, Axa sin duda era muy inteligente, pero las formas de su educación tenían el sello de ese señor algo mayor, su aspecto había agradado a Jaime, tanto como la belleza de su perra negra.

- Hola Jaime que bueno que no te hayas ido, necesitaba hablar contigo, quiero presentarte a don Samuel Solar, que además de ser mi socio, es un viejo amigo.

- Me da gusto conocerle, - dijo don Samuel - me han hablado muy bien de usted, de hecho si usted es todo lo que me dicen, creo que debemos considerarlo en nuestro proyecto ¿no lo cree así Esteban amigo mío?

Jaime sonriendo algo sorprendido por el recibimiento, saludó a ambos hombres con un fuerte apretón de manos. Y se atrevió a preguntar riéndose:

- ¿No me diga que don Esteban ha considerado hacerme su socio?

- Se ríe usted, dijo don Samuel, pero es justamente la persona que necesitamos para nuestro nuevo proyecto.

A Jaime se le anduvo borrando la risa producto del comentario, miró a su jefe algo desconcertado, don Esteban se rió con ganas y usando uno de sus dichos de campo le dijo

- Vea pues Jaime, vino por lana y salió trasquilado, que le parece que nos juntemos a cenar mañana por la noche en mi casa y le contamos lo que tenemos en mente, no se preocupe por el trabajo en el Sur, le pediré a mi secretaria que se encargue de avisar que no llegará todavía, a propósito ¿dónde está alojando?

- En la hostería que está cerca del criadero, allí se queda la mayoría de los concursantes con sus perros, es que Damián y yo somos inseparables.

- Pero ahora si usted lo encuentra correcto, venga a quedarse a mi casa – dijo don Samuel- le aseguro que Axa estará muy feliz de recibir a Damián de visita.

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Eran las 10:15 de la noche cuando Jaime llegó a la casona de don Samuel, le pareció extraño que estuviera todo muy silencioso. Salió a recibirlo doña Sofía la empleada de la casa y le explicó que su patrón y la señora Laura habían ido al aeropuerto en forma urgente.

- Pero don Samuelito dijo que lo instalara a usted en la pieza de alojados
- Cuénteme Sofía, ¿la hija de don Samuel vive acá también?

- No señor, en Canadá con su marido administran un restorán, pero algo pasa al parecer, por que ella viajó sola y de repente.

- ¿algo como qué?

- No lo sé con certeza don Jaime, pero creo que el marido de la Noelita es un poco extraño, a mi no me gustó mucho que se casara con él, algo machista es el caballero, espero que no sea nada grave.

A Jaime le encantó la casona de don Samuel, había buen gusto en cada uno de los detalles de las habitaciones, no era una casa ostentosa, pero se notaba un pasado de gente bien. Se preguntaba a que se dedicaría este hombre, se notaba que vivía con comodidad. Instaló a Damián en el patio donde estaba el canil de Axa y se dispuso a descansar un rato y esperar la llegada de los dueños de casa, se sentía un agradable olor proveniente de la cocina así que se fue a conversar con Sofía, por supuesto que con Damián y Axa pegados a sus talones. Sofía se sintió encantada de tener estas visitas, le sirvió un café negro y le cortó un pedazo de pie de limón que había preparado para la llegada de Noelia. Conversaron por un largo rato, pero los dueños de casa no llegaban, por lo que la empleada comenzó a inquietarse cada vez más.


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Noelia no había resistido mas, se quedó en un rincón del dormitorio, mirando por una esquina del ventanal, esperó hasta que su marido se subiera al auto y se fuera a trabajar, sacó una maleta y puso en ella solo lo importante, escribió una breve nota, dejó sobre ella su argolla de matrimonio y corriendo salió a la calle tomando el primer taxi que encontró en dirección al aeropuerto, daba gracias a Dios de nunca haberle mencionado a su marido la existencia de su tarjeta de crédito internacional, la que sin duda ahora le permitía escapar. Había averiguado la salida de los vuelos muchas veces los últimos meses, pero solo que hoy se había dado la oportunidad.

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El aeropuerto inusualmente estaba casi vacío, por lo que cuando Noelia apareció por la manga, sus padres quedaron impresionados ante su delgadez, su rostro lucía demacrado y se notaba de lejos que le costaba caminar. Don Samuel corrió hasta su hija con los brazos extendidos y con lágrimas en los ojos, Noelia se abrazó a ellos llorando, relajada y extenuada por el esfuerzo de la huida, sencillamente se desplomó en medio de los gritos de angustia de su madre y los de su padre que aullaba por una ambulancia. No entendía por qué su hija había escapado así. A esas alturas don Samuel y la señora Laura trataban de entender lo que su hija les había dicho por teléfono unas horas antes de viajar, su callado grito de socorro, y sobre todo la advertencia de no decirle a su marido de su viaje si los llamaba.

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Damián y Axa algo más relajados después del primer encuentro, se dedicaron a conocerse y a recorrer la casa. Axa le mostró cada uno de sus rincones favoritos, juguetearon en el patio hasta tarde y se durmieron uno junto al otro como si así hubiera sido toda la vida. Axa soñó con el campo y el río que Damián le había descrito, el se durmió con la imagen de ella. Sí, su amo tenía razón: se había enamorado.