SOY ABUELA, Y QUIERO MORIRME EN UN DÍA DE FIESTA
Cuando me vaya, cuando me vaya para siempre, quiero marcharme en cualquier día de fiesta. Que sea cuando todos llegan a casa a visitar a los abuelos. Quiero irme así, como una reina, entre guisos, ollas, platos y viandas, y entre abrazos, risas y las travesuras de mis nietos. Que haya sol y que los arupos estén florecidos, que los pájaros que anidan en el dulce naranjo, canten un adiós con toda el alma. O debería marcharme una tarde de lluvia con olor a higos maduros, o una noche apacible y callada, con perfume de amor y de sándalos. Así quiero morirme, tan tranquila, sin pensar en el mañana, pidiéndole al tiempo, que solo me baste para acunar la despedida.
Cuando me duerma, que los nietos junten su corazón con el mío, y que elevemos una oración, que más allá de todo, nos trae consuelo y la esperanza de que la llama que encendimos, no se apagará jamás. Deberían saber cuánto y cómo los quise, deberían saber también, que ¡las abuelas no se mueren nunca! y que pueden seguir amando y mirándolos complacidas, desde el cielo, con los ojos eternos del alma.
Y si me extrañan, búsquenme, como jugando a las escondidas: estoy en mi casa, estoy en mis plantas; búsquenme en mis cuentos, entre los papeles que he escrito, y en ese pedacito del corazón alegre de cada uno de ustedes.
Dije siempre que no quería lágrimas, pero si alguna se les escapa por mi recuerdo, no importa, ¡lloren!, que yo también he llorado al tener que marcharme. Y luego, solo por un momento, quédense en silencio, traigan esos recuerdos que confortan el alma por la dicha que vivimos y después, lo que ustedes quieran: rían, canten o lloren…Pero no se olviden de gritar con toda la fuerza de su entraña, un gracias por la vida, que nos ha sido dada en abundancia.
La vida, la ternura, los recuerdos… todo seguirá por siempre y para siempre. Nacerán nuevas flores en nuestro jardín y vendrán más y más niños preciosos “tantos como estrellas del cielo”, así como dice el abuelo. Estrellas juguetonas y traviesas que, año tras año, seguirán llegando desde el más profundo amor, con mi misma sangre, con mis grandes ansias, e irán a conocer la casa vieja donde los abuelos ya no estarán.
Zoila Isabel Loyola Román
ziloyola@utpl.edu.ec
Loja Ecuador, 27 de junio de 2013
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