Algún día te encontraré de nuevo
Flotando sobre alguna nube,
Recorriendo entre pasillos,
Ignorando que te tuve.

La neblina sobre los techos,
Arañando hasta el último confín
De tus miedos,
Desplomando torres como alfil.

Jubilante lluvia gris que tejes
Pasiva sobre mis manos,
Cauces se estremecen
Dentro de mi melancolía.

Cargo con un reloj marchito
Ahogado entre la penumbra,
Embalado dentro de una caja cuento
Las horas que me queden de cordura.

Piel infiel, paloma desplumada
Reposando entre techos
Déjame que te cuente
El sabor que tiene el fuego.

Mira sobre tus hombros como
Transitan los mismos barcos
Con las mismas penas
En esta noche gris de espejos.

Están empañados,
En crepúsculos de plata,
Borrando de mis oídos,
Cada una de tus palabras.

Mis dedos no se contentan
Al no tocar tus cabellos,
Distantes y brumosos,
Como el horizonte y su velo.

Aquel invisible,
Atrapándote lejana.
Déjame mirarte como queriendo
Encontrarte arropada entre la nada.

Y ahora de golpe,
La pena ante el ciego.
Sin pizca de tu brillo,
Oculto sobre el cielo