EL MEJOR.
Yo invariablemente fui un alumno regular, estudiaba lo justo y necesario, pero recuerdo que en la primaria me destaqué en dibujo en forma natural y sin esfuerzo. Dibujaba bien de primera, seguro que muy bien, porque en cada fecha patria mi trabajo alegórico (El Cabildo Abierto y la Casa de Tucumán) seguro que estaban luciéndose sobre el escenario de los discursos aburridos. Y yo abajo, más que escuchando, orgulloso de que toda la escuela en esta conmemoración me vieran ahí mismo representado. Desde los primeros grados no dudé en que siempre sería los míos, hasta el séptimo. Hasta que de pronto llegó este chico nuevo con sus ínfulas, de otra escuela seguramente para terminar en la nuestra. (Aún recuerdo su apellido que jamás olvidaré) Circunspecto él, de no integrase nunca, de hablar muy poco y estar como abstraído de todos nosotros. Altivo y presuntuoso, con esa cara de recién llegado que se las sabe todas mientras la maestra nos está explicando con su esmerada dedicación. Un adelantado sería, “un bocho” como decíamos antes…Y era distinto. Su vestir y su porte era distinto, alto delgado, de delicados modales, pulcro y aplicado. Todo en él nos hacía presumir que detrás estaban sus padres apoyándolo constantemente, o exigiéndole al máximo como buen hijo único que era.
Y en todo sobresalió. Hasta en los dibujos que traía (ahí yo sospeché las propias manos de sus padres, y vi tambalear mi puesto justo en este último año) Pero en clase demostró a la maestra y a nosotros ser un excelente alumno con argumentos fidedignos. Y su libreta de calificaciones fue la mejor desde años atrás con ese poco tiempo que pasó por ahí. “Sus” dibujos no reemplazaron a los míos, pero sí estuvieron brillantes para darle un buen colorido a esa fiesta de despedida al año lectivo que pasó, junto a nuestro ciclo primario obligatorio cumplido para siempre y para no olvidar…
Pero le seguiría la secundaria… Y allí me lo encontré en el examen de ingreso a la misma Escuela de Educación Técnica que sin saber habíamos elegido los dos… Yo pude ingresar con un coeficiente apretado como esperaba, él con el máximo, como era de presumir…
Comenzando ya las clases tuve interés en saber si por otras casualidades estaría en mi misma división, si volveríamos a ser “compañeros” en esta también. Nunca lo seríamos. Averiguando, el director me dijo que lamentablemente ese chico de tan solo trece años, no pudo ganarle a una impiadosa leucemia que venía soportando durante toda su primaria…
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