Una brisa fresca acariciaba su rostro, se abría paso a traves de sus cabellos ondulados y su escasa barba. No era un buen momento para sus olvidos, los cuales eran de tal frecuencia que se terminó acostumbrando a ellos. Algunas veces olvidaba su nombre, otras tantas su motivo para estar en el lugar, cobrándose algunos kilos como castigo a veces no recordaba comer, pero todo no era mas que una amena anécdota.
Un día en particular tuvo un olvido mas grave, mucho mas peligroso que cualquier otro anterior, se olvido como ver.
Simplemente no recordaba las reglas que rigen la accion de poder contemplar las cosas, tan solo se había eliminado de su memoria, desvanecido totalmente de su saber.
Haciendo un esfuerzo se ponía a prueba con todo tipo de artimañas, algunas mas ingeniosas que otras; bebidas espirituosas, recursos mnemotécnicos de especialistas, hipnotismo, meditación de introspección, pararse de cabeza, y un largo etcétera. Ni hablar de las preguntas sin respuesta que atosigaban a todo su entorno. Nada funcionaba.
Que gran tristeza para una tarde cualquiera, su congoja era un punzante aguijón, mucho mas doloroso al recordar los placeres que se estaba perdiendo por un tonto olvido. Suele suceder que el acostumbramiento a las ventajas es veloz, afortunadamente uno posee grandes poderes para adaptarse a la disminución de estas facilidades, pero con gran lentitud.
Esto fue lo que finalmente sucedió, su desesperanza lo llevó a dejar de intentar, hasta el punto de olvidarse que era lo que no podía recordar y seguir con su vida como muchas otras personas lo hicieron. La desdicha poco a poco se fue esfumando.
Y ahora, en este momento, mucho tiempo después, acaba de cuplir sesenta y tantos años. Su vida transcurrió normal, tuvo una familia, dicha, enojos y alegrias. Su hijo, una persona curiosa y amable, lamentablemente fue ciego de nacimiento, y como cosecuencia de su previa condición amnésica nunca pudo enseñarle a ver. Este chico se interesó por las artes, relaciones, relatos e ideas, pasión que consumiría prácticamente toda su vigilia. Aprendió a aprender, y pensante desde el inicio, creció con una sed voraz por el saber.
Siempre entre sus historias, se filtraban algunas sobre una incomprensible capacidad de visión, que tanto le sorprendían como desconcertaban. Muchos clamaban tener el secreto para conseguirlo, no obstante ningún método era el correcto, incluso sin darse cuenta lo dejaban peor que antes. Poco a poco en sus ávidas retroalimentaciones supo elegir bien las personas con las cuales compartiría su camino, los cuales poseían sus mismas cualidades de asombro y curiosidad.
Entre lo que parecia trabajo y agradables veladas de conversacion, se dieron cuenta que pudieron descubrir vestigios de visión, y poco tiempo después ese pequeño avance crecía aún mas y mas. Que sensación magnifica! cuanta belleza y verdad se estaba escapando de sus manos!
Poco a poco pudo re-enseñar a su padre su reciente descubrimiento, no fue fácil, pero finalmente al contemplar en sus ojos esos primeros vestigios de luz, rompieron en llanto y abrazados compartieron el sabor de la amargura previo, y la alegría de los días por venir para finalmente recuperar el tiempo perdido.