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Inicio / Cuenteros Locales / lunazaul / UNA AMISTAD POCO RENTABLE

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En aquella extensa pradera pastaba un voluminoso rumiante.
Por aquel frondoso vergel de hierba abundante y fresca, se movía una
pequeña serpiente haciendo zig, zag, hacia el lado diestro.


Aunque ella siempre presumía de andares elegantes y sinuosos.
Donde apenas levantaba el polvo del camino, ni arrugaba con su
escurridizo cuerpo, ni una sola brizna de hierba.


Ese día había dormido de mala postura, y no podía andar sino era.
Moviendo su maleable cuerpo hacia el lado derecho.


Cuando la vio el rumiante no pudo por menos hacerle gracia
aquella forma de moverse, tan torpe y poco natural.


La serpiente explicó aquel rumiante lo que le pasaba.
Y el rumiante se mostró interesado en ayudarla con un suave masaje
en aquel dolorido cuerpo.


La serpiente se sintió halagada de tan desinteresada atención.
Y guardando las distancias preguntó....


SERPIENTE;....- No será una argucia para pisotearme?


RUMIANTE;.....-Nunca haría nada de eso, ahora si tú no
me muerdes y me matas con tu veneno.
Yo no tengo porque pisotearte, ni porque hacerte daño.


Ambas se miraron desafiantes, el rumiante no podía moverse con rapidez.
Sus cuatro patas y su cuerpo voluminoso no eran apropiados para la huida.


La serpiente tenia por el contrario la velocidad y la rapidez que al
rumiante le faltaba, pero todo era cuestión de segundos.


Una pisada mortal de aquel rumiante la mataría, si antes aquella
bella serpiente no mordía aquella enorme pezuña.


La serpiente se acercó su cuerpo dolorido necesitaba un relajante masaje.
El rumiante se dispuso a masajear aquel dolorido cuerpo.


Pero todo paso en un instante el cuerpo torpe del reptil piso una rama seca.
Que lo hizo gritar de dolor, el rumiante asustado movió su pesado cuerpo sin pensarlo.
La serpiente solo se podía mover hacia el lado derecho y el rumiante.
Se giró en el mismo sentido que la serpiente, aquello acabó mal.
La serpiente no pudo evitar morder al rumiante, y este a su vez al ser mordido.
Pisó una y otra vez a la pobre serpiente, hasta que está quedó sepultada.
Entre aquella abundante maleza, el rumiante veía como se le iba la vida.
Sin poder hacer nada, todo ocurrió sin pensarlo nadie quiso hacer daño.


Pero aquella amistad no salio rentable esto a veces sucede
con las amistades, cuando uno no confía de verdad en el otro.
La situación mas inocente e insignificante termina con la amistad mas entrañable.

Texto agregado el 18-06-2013, y leído por 117 visitantes. (0 votos)


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